lunes, 19 de septiembre de 2016

SCHUBERT se sentaba junto al arroyo

En sus canciones, Schubert alude a menudo al agua que fluye. Hace un tiempo comentamos esta característica. Siempre habrá un arroyo, un lago o una orilla de océano en su producción. Las aguas que pasan recogen el lamento, animan la contemplación, despiertan el ensueño, inducen el reposo.

Esta vez nos sentaremos con Franz Peter cerca de un curso de agua. Les comparto cuatro videos con sendas canciones que sitúan al protagonista junto a un riachuelo; la primera de ellas pertenece al ciclo «Viaje de Invierno» y se titula Auf dem Fluße («En el Arroyo»). Así la resume Wikipedia:

El caminante se encuentra a orillas de un río, hoy helado y silencioso, en el pasado, alegre y sonoro. Escribe sobre el hielo el nombre de su amada. Su corazón se le parece, pues bajo la corteza helada late un rugiente torrente. El comienzo recuerda a “Buenas noches”, y es de nuevo un lied en ritmo de caminante. El recuerdo del pasado está de nuevo en tono mayor. La última estrofa está muy acentuada, para indicar que bajo su apariencia helada, el caminante está intensamente emocionado.


Sigamos con una canción famosa: Die Forelle («La Trucha»). Su alegre melodía (de neto sabor popular) es una de las más recordadas del fecundo compositor. Tomo descripciones del Blog de Atticus y el de Santiago Rusiñol:
El Lied La Trucha (op. 32 / D 550) fue escrito en la primavera de 1817 sobre un texto del músico y poeta Christian Friedrich Schubart. Las dos primeras estrofas narran la observación de una trucha feliz en un riachuelo. En la tercera estrofa, un pescador la atrapa jugando sucio. La pieza, a pesar de su estructura sencilla, fue una de las más trabajadas por el compositor, y rápidamente se volvió una de las más queridas del público. El piano sugiere en su acompañamiento el discurrir y balanceo de las aguas, mientras que la línea melódica representa a la inocente y despreocupada trucha que nada en el arroyo.


El último ciclo de canciones de Schubert fue publicado póstumamente bajo el título Schwanengesang (“Canto del Cisne”), sugiriendo una especie de testamento musical. En realidad fue una idea del editor, quien decidió organizar los últimos lieder schubertianos en el marco de una colección atractiva. Pese a lo arbitrario de su origen, el resultado logra unidad temática. “Canto del Cisne” incluye varias joyas de la música universal, como Abschied (“La Despedida”), Am Meer (“Junto al Mar”), Die Stadt (“La Ciudad”) y por supuesto, la celebérrima Ständchen (“Serenata”).

Pero si traigo a colación este ciclo es porque el maravilloso lied de apertura se refiere precisamente al agua que corre. Titulado Liebesbotschaft (“Mensaje de amor”), con poesía de Ludwig Rellstab, es un instante de gozo que la Wikipedia describe en estos términos:
El cantante invita a la corriente de agua a que lleve un mensaje a su amada; la música fluye como el agua en el arroyo.



Complemento la versión anterior con esta otra, inmensa, que nos traen Peter Schreier en la voz y András Schiff en el piano:

Para concluir, una aportación espléndida y reveladora de nuestro amigo por tanto tiempo, Elgatosierra. Le consulté a este querido y bailarín melómano, firme devoto de los lieder de Schubert (“Schubi”) por una sugerencia para esta entrada y me recomendó Auf dem Strom («En el río») D. 943, canción que enriquece el habitual binomio voz/piano con la presencia del Corno francés. Es una de las últimas maravillas escritas por Schubert antes de dejar este mundo, y el solo del corno aporta brillo esplendoroso. Tomo las palabras de mi amigo para completar la presentación:

Hay una bonita y pequeña historia sobre este lieder. Según parece SCHUBI compuso este lied para un concierto dedicado por entero a música suya, posiblemente el último en vida del maestro, y que gestionó su círculo de amistades. Se celebraría el 28 de marzo de 1828 (él murió poco después, el 19 de noviembre) en una sala de la Sociedad Filarmónica de Viena. Algunos expertos afirman que el poema de Rellstab provenía de la biblioteca de Beethoven, hecho que da peso a la teoría de que este lied, con su referencia a la Marcha Fúnebre de la “Heroica”, intentaba ser un homenaje al gran maestro, que había muerto el año anterior, más o menos en el mismo día.

El lied trata de la separación, la unión y el discurrir de la vida hasta la muerte. Schubert, como cualquier romántico, podría hacerse identificado con esos pensamientos en cualquier momento de su vida, así que no sería equivocado asumir que esta vez vio en ellos la premonición de su propia desaparición, para reunirse en el más allá con su admirado Beethoven. Hay quien llega a identificar el sonido de la trompa con la llamada de la muerte.

Hay una versión en YouTube con tres monstruos monstruosos que le hacen plena justicia: Peter Pears en los gorgoritos; Dennis Brain soplando la trompa; y Noel Mewton-Wood acariciando las teclas del piano. ¡No tengo palabras para ponderar tanto arte!
Texto original en alemánTraducción al español
Nimm die letzten Abschiedsküsse,
Und die wehenden, die Grüße,
Die ich noch ans Ufer sende,
Eh' dein Fuß sich scheidend wende!
Schon wird von des Stromes Wogen
Doch den tränendunklen Blick
Zieht die Sehnsucht stets zurück!
Eh' dein Fuß sich scheidend wende!
Und so trägt mich denn die Welle
Fort mit unerflehter Schnelle.
Ach, schon ist die Flur verschwunden,
Wo ich selig Sie gefunden!
Ewig hin, ihr Wonnetage!
Hoffnungsleer verhallt die Klage
Um das schöne Heimatland,
Wo ich ihre Liebe fand.
Sieh, wie flieht der Strand vorüber,
Und wie drängt es mich hinüber,
Zieht mit unnennbaren Banden,
An der Hütte dort zu landen,
In der Laube dort zu weilen;
Doch des Stromes Wellen eilen
Weiter ohne Rast und Ruh,
Führen mich dem Weltmeer zu!
Nimm die letzten Abschiedsküsse,
Und die wehenden, die Grüße,
Die ich noch ans Ufer sende,
Eh' dein Fuß sich scheidend wende!
Schon wird von des Stromes Wogen
Doch den tränendunklen Blick
Zieht die Sehnsucht stets zurück!
Eh' dein Fuß sich scheidend wende!
Kann des Auges sehnend Schweifen
Keine Ufer mehr ergreifen,
Nun so schau' ich zu den Sternen
Auf in jenen heil'gen Fernen!
Ach, bei ihrem milden Scheine
Nannt' ich sie zuerst die Meine;
Dort vielleicht, o tröstend Glück!
Dort begegn' ich ihrem Blick.
¡Recibe los últimos besos del adiós
y los saludos vibrantes
que envío de nuevo por la ribera,
antes de que tu pie la abandone!
Las ondas rápidas del río
arrastran la barca
pero la nostalgia no cesa de recoger
las lágrimas que colman los ojos.
Así me llevan las olas
a una indeseable rapidez.
¡Ah, han desaparecido los campos donde
tuve la dicha de encontrarla!
Perdidos para siempre aquellos días de felicidad,
sin ninguna esperanza se pierden los lamentos
por el hermoso país
donde encontré el amor.
Mira cómo se desliza veloz la playa
y cómo aspiro regresar allá,
con inefables lazos que me atraen
hacia la cabaña, bajo la bóveda,
donde me gustaría tanto detenerme.
Pero las aguas del río,
sin tregua ni reposo,
me llevan hacia el océano.
Un escalofrío de horror me estremece
a la vista de este oscuro desierto,
alejado de toda grata ribera
donde ninguna isla aparece.
Ningún canto venido de la orilla
podría traerme dulces lágrimas de melancolía.
Sólo sopla el viento frío de la tempestad
sobre el lomo de las olas pardas.
Mis ojos errantes plenos de nostalgia
no perciben ya ninguna orilla
elevo ahora la mirada hacia las estrellas
en esas lejanías sagradas.
¡Ah, fue ante su dulce semblante
que la declaré mía!
Allá, quizás, ¡oh felicidad confortante!
encontraré su mirada.

sábado, 17 de septiembre de 2016

poesía | AJMÁTOVA



Hay en la intimidad un límite



Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.

La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.

Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?.


Anna Andréyevna Ajmátova (Górenko)


martes, 13 de septiembre de 2016

“Leopold!”: Pequeña Fuga en Sol menor de BACH en transcripción orquestal

Bugs Leopold

¿Vieron ese cartoon en donde Bugs Bunny se disfrazaba de director de orquesta y caminaba al podio mientras los músicos, al verlo, exclamaban «Leopold!»? Pues bien, aquella era una parodia de un director real: Leopold... Stokowski. Aquí comparto un video en el que lo veremos dirigiendo uno de sus famosos arreglos orquestales de la música de Bach. La aparición ocurre en un programa de divulgación de música clásica emitido por la televisión de EE.UU., cuyo creador y presentador fue nada menos que «Leonard!». Sí, Leonard Bernstein.

Un poco más abajo encontrarán también el dibujo animado que aludí al principio. Los clásicos son los clásicos...

domingo, 4 de septiembre de 2016

ANIVERSARIO de BRUCKNER

BrucknerJosef Anton Bruckner

Se cumplieron 192 años desde el nacimiento de Bruckner, el gran sinfonista austríaco que llevó a nuevos (y culminantes) territorios la forma sinfónica en la segunda mitad del siglo XIX. Humilde y devoto hombre de pueblo venido de la “Austria profunda” —esas regiones interiores de los países donde aún perdura el alma de sus gentes—, fue un caso único: recién pasados los cuarenta años decidió volcarse a la composición, dando un giro a la carrera desarrollada hasta ese momento como consumado organista de iglesia y profesor de música.

Tan repentina determinación provino de un “rayo” que lo golpeó mientras tomaba clases con su segundo maestro, Otto Kitzler, violonchelista de la ópera de Linz. Ese “rayo” tenía nombre: Richard Wagner. Bruckner admiró al autor de la Tetralogía con sentimientos cercanos al culto religioso. Precisamente el estilo de Wagner fecundó el espíritu del tímido aldeano, impulsando en él una atrevida imaginación armónica y temática, en particularísimo equilibrio con su acendrada reverencia hacia las técnicas tradicionales de construcción formal.

  • A seguir dejo una obra que respira aún el clima de la tardía etapa de aprendizaje junto a Kitzler. Por entonces Bruckner escribió sus primeras obras orquestales. Los espíritus de Mendelssohn y Schubert custodian de cerca la “Obertura en Sol menor”. Aun así las señas de identidad se perciben rápidamente. Es que tratamos aquí con un artista de amores firmes. Su estilo nunca se vio adulterado. Progresó, cierto, pero siguiendo los rieles de su propia lógica. No en vano se ha bromeado con que escribió nueve veces la misma sinfonía. La pertinacia musical del gran compositor me parece como un artículo del Credo; es para él una convicción íntima que nunca abandonó. Interpretan esta obertura la Sinfónica de Pittsburgh dirigida por William Steinberg:

  • Si la obra precedente viene de las etapas iniciales de Bruckner como compositor, cierro este post con la última obra terminada por el maestro: la cantata “Helgoland” para coro masculino y orquesta, que vibra con la intensa fuerza de un creador dueño de todos sus recursos. Fue compuesta en abril de 1893 para el Coro Masculino de Viena, que celebraba entonces 50 años de existencia. El patriótico texto se debe a August Silberstein. Versión de Orquesta y Coro sinfónicos de Chicago bajo la dirección de Daniel Barenboim:

 
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