martes, 31 de mayo de 2016

BEETHOVEN :: La dolorosa fantasía de su ilegitimidad

Con la mayor alegría retomamos con este artículo la serie dedicada a Beethoven por nuestro amigo, colaborador y paciente maestro, ElGatoSierra.
  • Obra: “An einen Säugling”, WoO. 108 (1783)
  • Fuente citada: Maynard Solomon (1985): “Beethoven”. Barcelona: Javier Vergara, Editor, S.A. Pág. 34-35.
Beethoven meninoRetrato de Beethoven a la edad de 13 años, por un desconocido maestro de Bonn, ca. 1783
“... Consideremos el más sencillo, el más conmovedor, y según creo el más profundo nivel de la novela de familia de Beethoven: la fantasía de que era un hijo ilegítimo. La novela de familia de Beethoven se vio alimentada por el engaño acerca de la fecha de nacimiento y quizá se originó allí. También ésa era una fantasía de ilegitimidad. Recordemos la confusión acerca del año de nacimiento, y sobre todo la difundida creencia de que había nacido en diciembre de 1771. La dificultad de Beethoven era ésta: si él había nacido en diciembre de 1771, considerada la fecha más temprana, el certificado que documentaba el bautismo de cierto Ludwig van Beethoven el 17 de diciembre de 1770 debía pertenecer, como de hecho él insistía era el caso, a su hermano mayor Ludwig María. Y si era así, el «verdadero» certificado de bautismo de Beethoven había desaparecido de los archivos. No pudieron hallarlo Beethoven ni ninguno de sus amigos —Wegeler, Ries, Müller— todos los cuales obtuvieron copias del certificado «erróneo». Por consiguiente, su propio certificado de bautismo —la prueba de su nacimiento y de su linaje— nunca existió, o había sido escondida o destruida. ¿Cuál (pensaba Beethoven) podía ser la razón de esta misteriosa supresión de los hechos de su nacimiento?”

“A partir de esta cuestión, se originaban otros problemas fundamentales y en apariencia se concentraban en el misterio de su verdadera edad, pero de hecho y más profundamente se centraban en el secreto impenetrable: «¿Quién es mi verdadero padre?»

Beethoven meninoCasa natal de Beethoven en Bonn
 “El texto de lo que fue quizá la primera canción de Beethoven «An einen Säugling» [A un infante], WoO 108 [WoO es abreviación de «Werke ohne Opuszahl» (obras sin número de opus) de acuerdo con la serie numérica de dichas obras en el catálogo de las composiciones completas de Beethoven, por Kinsky y Halm] compuesta cuando él tenía apenas doce años, nos aporta la esperanza de una respuesta:
Aún no sabes de quién eres hijo. No sabes quién prepara los lienzos que te envuelven, quién te calienta y te suministra leche. De todos modos, creces en paz. En pocos años más, aprenderás a distinguir a tu madre entre todos aquellos que se ocuparon de ti. Sea como fuere, hay un proveedor oculto que a todos nos atiende —démosle nuestras gracias— con alimentos y bebida. Mi oscura inteligencia aún no lo comprende, pero después que pasen los años, si me muestro piadoso y creo, incluso él se revelará.
“Desde aquí hay un corto trecho hasta la fantasía de la novela de familia.

“Sin embargo, la fantasía puede arraigar profundamente sólo cuando el niño se siente descuidado, maltratado, sin amor (o imagina que ésa es la situación). Las circunstancias de familia de su niñez, trágicas y rara vez mitigadas, situaban la «edad de oro» personal de Beethoven, no en su primera infancia, sino en el período que precedió a su nacimiento, inmediatamente después del matrimonio de sus padres, celebrado en 1767 y hasta la muerte del primer hijo, Ludwig María. «¿Qué es el matrimonio?» preguntaba a su madre, y Beethoven la oía: «Un poco de alegría y después una sucesión de pesares.» Envuelto en la tristeza, hundido en el aislamiento y la ensoñación, es posible que Ludwig van Beethoven haya sentido íntimamente que el primer eslabón de esa cadena de pesares se forjó en el momento de su propia concepción y su nacimiento. Volvía los ojos angustiados hacia un Edén al que no podía llegar, excepto compartiendo la identidad de su hermano mayor más favorecido.

“En definitiva, la novela de familia de Beethoven implicaba su creencia de que él era el «falso» hijo, que nunca podría ocupar el lugar del hermano muerto. Su fantasía de ennoblecimiento fue no sólo la afirmación de una nobleza deseada, o el rechazo engañoso de sus humildes padres, sino sobre todo la admisión de un patético anhelo de haber sido el primogénito, llorado pero no olvidado por sus padres. Por lo tanto, todas sus fantasías pueden tener una fuente única y transparente: pueden ser la expresión, la negación y la trascendencia simbólica del sentimiento de que no se lo amaba ni deseaba. Son la rectificación de una presunta ilegitimidad. Son el clamor, profundamente sentido —y sin respuesta— de un niño que ansía el amor de sus padres...”

 
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