sábado, 26 de diciembre de 2015

MARIÄ WIEGENLIED (“Canción de Cuna de María”) de Max REGER

Max Reger es uno de esos músicos que no terminan de imponerse al paso del tiempo. Como artista fue metódico y trabajador, concentrado en ganarse un nombre. Como creador combinó el contrapunto y técnica de Brahms con la audacia cromática de Liszt o Wagner. Pero su música fue criticada como farragosa, ardua,obsesionada con el dominio técnico y desprovista de lirismo. La fama, aunque injusta, le quedó.

Con todo, los artistas se guardan sus sorpresas. En respuesta a las críticas mencionadas Reger compuso una serie de 60 canciones entre 1903 y 1912 bajo el título genérico de Schlichte Weisen (Melodías Simples), evitando cualquier recarga de elaboración. Como resultado, esta colección vocal respira un clima íntimo, dulce, perfecto desmentido a cualquier acusación de escribir música “fea y aburrida”.

Aun así, de estas Melodías Sencillas muy pocas han perdurado, salvo una: Mariä Wiegenlied, esto es, “Canción de Cuna de María”. Es común oírla en época de Navidad, y por ello les comparto hoy este “villancico inesperado”, con un guiño a la melodía gregoriana del “Resonet in Laudibus” ó “Josef, lieber Josef mein”, que Brahms había utilizado también alguna vez. La ternura inocente teñida por una suave melancolía hace de esta brevísima página un prodigio de belleza, difícil de olvidar. Escúchenlo en el enlace de más abajo.

¡Feliz Navidad!


sábado, 19 de diciembre de 2015

Ese sordo incomparable...


Este mes celebramos los 245 años desde el nacimiento de Ludwig van Beethoven. Sobran presentaciones. Qué no se ha dicho ya de este músico alemán con ancestros flamencos (de los cuales heredó el “van” de su apellido), autor de una obra que ha sido capaz de remecer y conmover los corazones humanos con elocuencia renovadora. Creador eminentemente sinfónico, escribió 9 sinfonías canónicas para la música occidental, que sirvieron como punto de comparación ineludible para generaciones de otros músicos. Dotó a la orquesta de un alcance expresivo inaudito para su época, y revolucionó la forma sinfónica por dos veces, con su Tercera y luego su Novena. En esta última sinfonía, además, introdujo la voz humana para realzar el impacto de su mensaje y así sentó las bases de los futuros avances compositivos de todo el siglo XIX. Beethoven tuvo muchos herederos artísticos (no solamente Brahms o Wagner) pero la concisión y expresividad de su lenguaje musical sigue sin ser igualado.

Podríamos establecer una tosca separación entre dos tipos de creadores: los innovadores y los conservadores (despojando a este último término de cualquier sesgo peyorativo); es decir, aquellos que sienten el impulso de buscar nuevas formas de expresión y aquellos que son capaces de manejar tan hábilmente las formas heredadas que no requieren más. Pues bien, Beethoven fue visto por la mayor parte de los artistas del siglo XIX como un exponente total del innovador. Lo sorprendente, sin embargo, es que la perspectiva del tiempo nos ha mostrado que Ludwig también integró el segundo conjunto; su audacia creadora siempre fue capaz de asociarse a la construcción formal canónica, innovando dentro de ella, a veces pareciendo capaz de demolerla, pero siempre manteniendo el control de la simbiosis.

beethoven pieza estudio

Sala de composición de Beethoven / J. N. Hoechle, hacia 1827

Al margen de su obra sinfónica, el piano fue “reinventado” en su técnica por el compositor de Bonn, alejándose del estilo más galante de Mozart y Haydn para aprovechar los avances de Muzio Clementi y definir un modo propiamente pianístico de abordar el instrumento, explorando su novedad y sirviéndose de él para expresar con ilimitada audacia todos los sentimientos e ideas que acudieran a su mente, sin evadir lo feroz, lo áspero o lo difícil.

La fase final de su vida la dedicó a escribir cuartetos de cuerda —tan radicales como sublimes— y por eso quise acompañar estas líneas con música de uno de ellos, el Op. 132 en La menor, concretamente el maravilloso Adagio que Beethoven llamó Canzona di Ringraziamento offerta a la Divinità da un guarito, esto es, “canción de gratitud a Dios por un enfermo que recuperó la salud”. Página honda, conmovedora, honesta… el alma del compositor manifestando su fragilidad y gratitud en una de las obras más hermosas jamás escritas para cuarteto de cuerdas.


Beethoven, miniatura de Horneman - 1802
  • Goethe»Usted llegará más lejos que nadie hasta ahora, pues posee pensamientos que nadie ha poseído todavía. Jamás sacrificará usted un bello pensamiento a una regla tiránica, y hará bien en ello. Pero debe sacrificar sus caprichos a las reglas, pues tengo la impresión de que usted tiene varias cabezas y varios corazones. En sus obras se encontrará siempre algo fuera de lo corriente, cosas bellas, pero también algo singular y oscuro, porque usted mismo es un poco tenebroso y singular.«
    HAYDN al joven Beethoven


  • »La Música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía.« / »La Arquitectura es una música de piedras; y la Música, una arquitectura de sonidos«.
    BEETHOVEN


  • »Este sordo escuchaba al infinito.«
    VÍCTOR HUGO


  • Goethe»Nunca he conocido a un artista que exhibiese tanta concentración espiritual y tanta intensidad, tanta vitalidad y tal grandeza de corazón. Comprendo perfectamente que debe parecerle muy difícil adaptarse al mundo y a sus formas.«
    Goethe


  • Goethe»Beethoven fue el más potente pensador de la música. A menudo se le considera un puente entre los períodos clásico y romántico, pero esto no es más que un rótulo, y no muy exacto. Sucede que Beethoven, sencillamente, no hablaba el idioma de los románticos. Comenzó como compositor de la tradición clásica, y concluyó como un compositor que estaba más allá del tiempo y del espacio, utilizando un lenguaje que él mismo había formado: un lenguaje comprimido, críptico y explosivo expresado en formas muy personales.«
    Harold Charles Schonberg

lunes, 14 de diciembre de 2015

“El País de la Música”, Corto Animado de Disney (1935)

Music LandFotograma del cortometraje / Las notas apuntadas en la partitura corresponden a una exitosa canción de la década del 20 en los Estados Unidos, “The Prisoner Song”
A fines de los años 20 hasta fines de los años 30 del siglo pasado, el infatigable Walt Disney y sus estupendos colaboradores crearon las «Sinfonías Tontas» (Silly Symphonies), cortometrajes animados que se ofrecían en las funciones del cine como intermedios o en grupos. Al principio fueron vistos como creaciones de segunda, al menos por las productoras, ya que la estrella del estudio de animación era Mickey Mouse y él no aparecía en estos cortos. Pero las “Silly Symphonies” pronto recibieron atención: Disney había seguido con interés los avances experimentales del Technicolor y realizó un acuerdo que en 1935 dio derechos exclusivos al estudio para usar el nuevo proceso. Fue un éxito. Como relata la Wikipedia, “dentro de la industria de la animación, las series de Silly Symphonies son conocidas por ser un medio de experimentación de procesos, personajes, técnicas e historias. Los experimentos de Disney fueron reconocidos por la industria del cine, ganando siete Oscar al mejor cortometraje animado, y recibiendo el galardón durante seis años seguidos.”

Hoy les dejo un corto centrado en la música, llamado justamente “Music Land” y planteando una situación cultural muy viva por entonces: la oposición entre la música clásica y la música popular, el jazz. La acción avanza a través de múltiples segmentos famosos de ambos estilos y otros muchos guiños que convirtieron al cortometraje en, como se ha dicho en algún lugar, “uno de los más inspirados y memorables ejemplos del uso de música clásica en la animación” [cita] (entre otros, la obertura del corto reseña el tema principal de la Sinfonía Eroica y luego el Minueto en Sol Mayor, ambas obras de Beethoven; la artillería del reino clásico ejecuta la Cabalgata de las Valquirias, de Wagner; el Rey Saxofón es una caricatura de Paul Whiteman, llamado “el Rey del Jazz”, aunque la expresividad de sus cejas recuerda también a Fats Waller; los personajes principales —violines y saxofones antropomorfos— no dicen una palabra, sino que se comunican mediante el sonido típico de estos instrumentos).


martes, 8 de diciembre de 2015

150 años, Sr. Sibelius, no es poca cosa

Hace un siglo y medio nacía en Finlandia uno de los grandes sinfonistas de Europa, Jean (Johan Julius) Sibelius. Extraordinariamente dotado para la escritura orquestal, ensayó también un nuevo lenguaje para el desarrollo de la forma sinfónica, un estilo comparado a menudo con los mosaicos pues se compone de ideas fragmentarias que se suman paulatinamente hasta cristalizar en una radiante visión global. Heredero del posrromanticismo centroeuropeo e influido por los maestros rusos, este gran compositor nórdico supo cincelar, en sus mejores obras, un perfil propio, sin dependencia de otras escuelas y al margen de las vanguardias, y lo que es más, sin el apoyo de ninguna tradición musical en su país que lo respaldara. Tras una larga vida, Sibelius murió convertido en un héroe nacional finés, posición que nunca ha perdido.

Para recordarlo elijo hoy los últimos dos movimientos de su Segunda Sinfonía, la más popular de las siete que le debemos. Por cierto, ambos movimientos están ensamblados uno con el otro, sin ruptura de continuidad. El Scherzo agitado, marcado como Vivacissimo, con un intermedio poético, y luego la desembocadura en los acordes triunfales del Finale. Escucharán la maravillosa versión de Leonard Bernstein y la Filarmónica de Viena. El video corresponde a los años finales de Lenny, cuando su estilo había logrado enorme madurez y sus tempos se hacían más largos para amplificar la expresión, pero seguía siendo una alegría verlo arriba del podio. El emocionante final de la Sinfonía es llevado por Bernstein a un grado de elocuencia impresionante.

¡Disfruten!

franja

sábado, 5 de diciembre de 2015

In Memoriam MOZART

Mozart Edlinger Wolfgang Amadeus Mozart (hacia 1790) / Johann Georg Edlinger

Un día como hoy, 5 de Diciembre, murió Mozart, emblema del talento musical humano. Tenía 35 años.

Probablemente no sepamos de ningún otro hombre que haya nacido con tantas dotes al mismo tiempo (tal vez con Schubert o Mendelssohn como raras excepciones): poseía oído absoluto (podía reconocer cualquier sonido asignando la nota correspondiente) y oído interno (representaba en su imaginación cualquier combinación sonora, por ejemplo al abrir una partitura sabía cómo sonaba la orquesta); podía memorizar una obra con oírla sólo una vez y luego transcribirla (como hizo a los 14 años con el «Miserere» a doble coro de Gregorio Allegri, en la Capilla Sixtina, audacia que le valió una condecoración pontificia); componía primero en su cabeza y más tarde apuntaba las notas directamente al papel (famosa frase escrita a su padre en una carta: «la ópera está compuesta, pero todavía no está escrita»...).

Sus composiciones equilibran el fondo y la forma con una naturalidad y apariencia de facilidad como no se ha vuelto a lograr. Sus juegos cromáticos (giros inusuales en el curso de una melodía) pueden causar sorpresa (gastar esas bromas fue una afición permanente) pero siempre, siempre se resuelven a la perfección. Uno sonríe asombrado leyendo las partituras al descubrir todo el ingenio disimulado en ellas. Su música alegre es al mismo tiempo profunda, vital y emocionada; pero además la risa se interna en la penumbra, la nostalgia o en la contemplación con libertad absoluta, recogiendo en sus páginas el abanico del alma humana.

Y la «lista prodigiosa» que acompaña su figura es larga... Ojalá alguna vez en la historia humana se pueda repertir «el milagro que Dios hizo nacer en Salzburgo», como decía su padre, Leopold, sin falsa modestia.

Para finalizar, queridos lectores, incluyo una larga cita de Kurt Pahlen («Historia de la Música», 1964). El día lo justifica:

«Un día cualquiera los dioses tienen un antojo: concentran todo lo genial, lo sublime, lo milagroso en un niño; lo elevan muy por encima de sus compañeros; lo conducen por caminos misteriosos de perfección; con él expanden indecible dicha sobre generaciones y siglos. El juego es grandioso y cruel a la vez: concede pocos —¡ay, cuán pocos!— años de vida al elegido, entrechoca su alma con toda la miseria de la vida, lo consume en su propia llama creadora.

«Treinta y cinco años vivió Mozart en nuestra tierra; treinta cinco años que le bastaron para recorrer todos los grados de la nada a la gloria y de la gloria a la humillación, engendrando cerca de ochocientas obras para una humanidad que apenas lo entendió, y que fueron las más perfectas en todas las formas: óperas, sinfonías, música de cámara y música sacra, piezas instrumentales y oratorias. No existió otro maestro de su universalidad. El gran Beethoven flaqueó en la música vocal, Schubert en la ópera, Wagner no cultivó la música sinfónica...

«Es superfluo suponer adónde hubiese llegado de vivir setenta y siete años como Haydn, su modelo y amigo. Lo que cuenta en la vida no son los años vividos sino los años fecundos, y Mozart tuvo treinta de éstos, sin que un solo día lo abandonara el numen creador. Antes de los seis años de edad empezó a manar la fuente de su arte, que se agotó recién con la muerte. Otras vidas, las que tienen el tiempo necesario para una evolución orgánica, alternan épocas de inspiración, tensión y creación con otras de calma, descanso y ensayo; en las vidas estelares como las de un Mozart, un Schubert, un Bizet, algún órgano misterioso parece presentir la muerte prematura y no da tregua al cuerpo y al espíritu hasta producir todo lo que el destino quiere, por mediación suya, legar a la humanidad.»

«Amén» inconcluso del «Réquiem», que debía cerrar la Secuencia del «Dies Iræ» / este esbozo, descubierto recién en 1962, fue utilizado más tarde en nuevas reconstrucciones, como las propuestas por Duncan Druce y Robert Levin.

También la célebre «Lacrimosa» quedó inclusa, porque escribiéndola el maestro dejó caer su pluma para siempre. La obra fue completada posteriormente por otras manos —las de su discípulo Süßmayr, y más recientemente Maunder, Druce, Landon, Levin o Beyer—. En el video pueden ver el autógrafo esbozado por Mozart. Sólo un apunte del acompañamiento, al inicio, y luego las voces. Son las últimas notas que escribió…

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Reparando enlaces


Actualizaciones de entradas en los meses octubre/noviembre. Si ha caducado el enlace a alguna entrada antigua que les interese, avísenme en los comentarios o a mi correo. ¡Saludos!

» BRUCKNER: SINFONÍA nº 4 “ROMÁNTICA”
Orquesta de Cleveland / Christoph von Dohnányi

» EL PIANISTA / Soundtrack de la película
Janusz Olejniczak / Wladyslaw Szpilman

» EL WAGNER DE SOLTI
Wiener Philharmoniker / Sir Georg Solti

» MUSSORGSKY: MISA de SAN NICOLÁS / MONIUSZKO: LETANÍA a la VIRGEN DE OSTRA BRAMA
Coro Franco-Alemán de París / Coro Interuniversitario de Varsovia / Sinfónica de Brocéliande / Janus Wojciechowski

» WAGNER: Coros de Óperas
Wiener Philharmoniker / Chor der Wiener Staatsoper / Herbert von Karajan / 1948

» BRAHMS: Concierto para piano n° 2
Sinfónica de la NDR / Hans Schmidt-Isserstedt / Claudio Arrau / 1963

» CANTEN NADAL: Navidad Barroca en Occitania
Les Passions / Les Sacqueboutiers / La Mounède

» MUSSORGSKY y BORODIN
Orquesta y Coro de la Real Filarmónica de Liverpool / Sir Charles Mackerras

jueves, 26 de noviembre de 2015

Nosotros, los Griegos y la Música

Todo tiempo pasado... no era tan diferente. Al menos en trazos esenciales donde incluso hoy nos seguimos reconociendo. Veamos, por ejemplo, el apartado favorito de este Blog: la Música. Nuestra cultura moderna se coordina en grandísima medida a través de la música, presente en cada aspecto de la existencia. Esto se multiplicó gracias a los medios de comunicación de masas. No todas las culturas que nos precedieron tuvieron la misma conexión musical... ¿o sí? Veamos qué ocurría con uno de los pueblos fundadores de nuestra civilización: los griegos de la Antigüedad. Cortesía del canal de YouTube “TED Ed” y sus excelentes videos (no olviden activar los subítulos):

martes, 24 de noviembre de 2015

EL MÚSICO DE LOS ELFOS :: “Sueño de una Noche de Verano”, opp. 21/61

Hermia y Lisandro / John Simmons, 1870 – acuarela y gouache
 

Cuando sólo contaba 17 años de edad, Felix MENDELSSOHN escribió la obertura “El Sueño de una Noche de Verano” luego de leer junto a su hermana Fanny una traducción de los dramas de Shakespeare. Era todavía un adolescente, pero en la obra acreditaba su mayoría de edad como artista. No sólo un superdotado equiparable a Mozart —que lo fue— sino un gran creador aportando algo nuevo a la música, como explica Harold Schonberg al conectar esta obra con la creación que la precede, el Octeto para cuerdas de 1825:
«El tercer movimiento del Octeto, el scherzo, Mendelssohn aportó algo nuevo a la música. Los autores que en otro momento se ocuparon de los temas musicales, invariablemente lo denominaban “la música encantada de Mendelssohn”; y en efecto, parece que en ello hubiese algo que es propio de los elfos. Este tipo de composición llegó a su culminación al año siguiente [1826], cuando Mendelssohn compuso la Obertura del Sueño de una noche de verano. Tenía diecisiete años, y nunca compuso una obra más perfecta. La música se ha conservado eternamente joven y constituye un perfecto ejemplo de contenido fusionado con la técnica.»

El dotadísimo adolescente, con el apoyo infalible de su también genial hermana, se hizo cargo de todas las etapas, desde la versión para dúo de pianos hasta la transcripción orquestal, en la cual sorprendió con una maestría innata —otra más de las tantas con que llegó a este mundo— para una virtuosa escritura sinfónica que guarda luminosidad y transparencia sin forzar nunca los límites de cada instrumento, uno de sus mejores rasgos expresivos de ahí en adelante. ¿Cómo germinó todo esto en aquella imaginación privilegiada? Dice José Luis Comellas:

«Fue producto de una temporada en el campo, vivida en compañía de un grupo de buenos amigos y amigas, cuya presencia hirió con leve pero primaveral atracción su alma de adolescente: jornadas de esas que se recuerdan toda la vida, y que inspiraron una música hermosamente única, compuesta con la madurez de un maestro y la jovialidad soñadora e ingenua de un muchacho; quizá a lo largo de toda su vida, Mendelssohn pudo aproximarse muchas veces a aquella música encantadora, pero diríase que nunca logró superarla.»
En eso coinciden muchos: el gran compositor adolescente no fue reemplazado por el compositor maduro, que refinó su arte pero ya no necesitó reinventarse. Incluso más, la laboriosidad sin pausas del compositor adulto perjudicó primero su inspiración y finalmente su salud. En cambio antes, bajo el sol de la adolescencia, las dotes geniales de Mendelssohn pudieron expandirse libremente, protegidas por el ambiente acomodado en que le tocó nacer.

El jardín de su propiedad se convirtió en sitio de escapadas frecuentes para echar a volar la imaginación. Gran parte de la obertura nació allí; los cuatro acordes iniciales, según dice el biógrafo Heinrich Eduard Jacob, fueron apuntados después de oír el crujido de las hojas con la brisa de la tarde.

Por otra parte, impresiona la capacidad del muchacho para captar la magia descrita en la obra de Shakespeare y darle el tono justo. Hizo suyos algunos consejos e ideas estéticas de su amigo por entonces, Adolf Bernhard Marx, para utilizar efectos instrumentales con fines descriptivos (los ágiles pies de las hadas o el rebuzno de un asno, por ejemplo). Marx también se permitió apuntar correcciones a la versión original de la obertura, algo que Mendelssohn resistió (abandonó la casa de Marx sin despedirse) pero a la postre aceptó.

El plan original de Mendelssohn concibió esta obertura como entidad unitaria, cerrada. Así entraba al campo de los innovadores, tal vez sin proponérselo; había escrito una obertura de concierto, como luego se las llamaría, y como género constituyen antecedentes directos del poema sinfónico fundado por Franz Liszt. (Las novedades del arte suelen ser sólo nuevos vástagos de una misma familia.)

¿En qué se diferencia? La obertura de concierto es una página independiente, funcional por sí sola, que alude a algún «tema» o cuenta una historia, pero su estructura musical obedece la forma sonata. En cambio el poema sinfónico a la manera de Liszt, aunque se inspira asimismo en algún tema exterior a la música, abandona la forma sonata y basa en aquel relato externo su propio desarrollo musical. Eso lo hace mucho más explícito pero a la vez más dependiente de elementos extramusicales. En Mendelssohn dicha dependencia es mucho más diluida: cierto que refiere a la obra de Shakespeare y a menudo con minucia, pero la mente del compositor se expresa a través de sugerencias y evocaciones que pronto se vuelven netamente abstractas; es decir, lo que comienza como “música sobre algo” acaba en “música pura”.

Pero esta obertura fantástica se guardaba todavía un hechizo. Años más tarde, cuando Mendelssohn era director de la corte en Prusia, el rey le comisionó nuevas secciones para acompañar la obra de Shakespeare en los escenarios. No obstante las muchas frustraciones y la carga laboral que soportaba el compositor en Berlín, esta petición le permitió un prodigio compositivo: anular el tiempo transcurrido y retomar el espíritu de la obra juvenil. ¿Cómo lo hizo? En parte tomando material desde su propia obertura, no con ánimo de reciclaje sino porque Mendelssohn era un músico lógico y quería mantener cohesión. Pero hay que agregar otro factor. Dice Comellas:

«La memoria de Mendelssohn parece haber sido un don fuera de lo corriente. El pianista Karl Hallé dijo de él que “conocía todos los compases de todas las obras de música escritas en el mundo, y podía reproducirlas inmediatamente”. Lo mismo podría decirse de sus propios pensamientos musicales. La obertura “El sueño de una noche de verano” fue escrita en uno de esos momentos de la vida que no se repiten. Sin embargo, cuando dieciséis años más tarde Federico Guillermo IV de Prusia rogó al compositor que continuase la obra, éste no tuvo el menor inconveniente en “regresar” a la juventud y retomar el espíritu encantado de aquellos días con tal fidelidad, que es inimaginable el lapso transcurrido. El sabor mágico de la noche en el bosque resucita como por ensalmo, o más bien como si Mendelssohn lo conservase íntegramente en su memoria. […]

«Junto con esa capacidad de reminiscencia, que actualiza mágicamente cualquier pasado con toda su carga vivencial, posee Mendelssohn un maravilloso poder de evocación. Si la Obertura contiene toda la sugerencia de un bosque encantado, el Scherzo chispeante es una visión de seres invisibles. En el Nocturno encuentra nuestro autor una nueva aplicación de las trompas: hasta entonces habían sugerido escenas de guerra o de caza; a Weber le sirvieron para expresar maravillosamente el misterio recóndito y poderoso del bosque; Mendelssohn nos hace sentir el encanto velado de la noche. Un efecto como ése es prácticamente único. Llega entonces la pieza más popular —no necesariamente la mejor— de toda la obra: la famosa Marcha Nupcial. Más que la fanfarria de trompetas que anuncia la llegada del cortejo de Titania y Oberón, fijémonos en los dos tríos, o pequeños intermedios de la marcha; son, especialmente el segundo, fragmentos de una inspiración sin igual, expresado con esas frases largas tan características de la poesía musical mendelssohniana.»

Danza de las Hadas (detalle) / August Malmström, 1866

Mucho tiempo después, al siglo siguiente, la plaga del nazismo se adueñaba de Alemania y encendía los fuegos fatuos de la supremacía racial. La máquina de propaganda inició una campaña agresiva para «expurgar» la cultura alemana de toda «contaminación»; nuestro compositor fue una víctima natural. Mientras el Banco de la familia Mendelssohn era llevado a la quiebra, la música del brillante Félix fue proscrita. Incluso más; aquí el relato de Jesús Laínz:

«En cuanto al “Sueño de una noche de verano” de Mendelssohn, como al compositor judío no se le pudo interpretar desde 1938 y ni en el contenido del texto shakesperiano ni en el título había nada que censurar, a alguno se le ocurrió cambiar la música, para lo que se sugirió a Hans Pfitzner, compositor cercano a los postulados estéticos y políticos nacional-socialistas, que escribiera una nueva música incidental para sustituir la celebérrima partitura mendelssohniana, a lo que se negó por considerar que la música de Mendelssohn sería siempre muy superior a cualquier cosa que él pudiese componer.»

Seguro fue uno de los mejores momentos de la biografía azarosa de Pfitzner. Pero menciono el episodio porque, aun cuando sus obras mayores seguían siendo interpretadas, la memoria de Mendelssohn cargó ese pesado menosprecio todavía unas cuantas décadas, hasta que en los años setenta del siglo pasado Kurt Masur, director de la Gewandhaus de Leipzig, inició una sistemática y exitosa labor de reivindicación.

carátulaLes propongo tres versiones para ilustrar Sueño de una Noche de Verano, música incidental que lleva el número de opus 21/61; la primera cifra indica la juvenil obertura y la otra, la colección de piezas añadidas 16 años más tarde. Éstas incluyen partes puramente instrumentales —Scherzo, Intermezzo, Nocturno, Marcha Nupcial— y números vocales o diálogos sobre fondo musical.

La primera versión es de 1962-63, comprende todos los números habituales de la música incidental y también los diálogos shakesperianos. Erich Leinsdorf dirige al Coro y Orquesta Sinfónica de Boston.

maagLa segunda versión es de 1957 y ha perdurado como un clásico: Peter Maag dirige “con sentido del hechizo” a la Sinfónica de Londres en las partes instrumentales y números vocales de la obra, combinando precisión, equilibrio, vigor y luminosidad.

La reputación de Maag nunca compitió en popularidad con muchos otros directores mejor recordados, pero su talento estaba a la altura de cualquiera de estos últimos. Es especialmente recordado por su capacidad como intérprete de Mozart; estos rasgos se avienen muy bien con el romanticismo equilibrado y clasicista de Mendelssohn.

La última versión, y definitivamente una de mis favoritas, es de André Previn con la misma orquesta anterior pero en un registro de 1977. Ellos nos ofrecen la música incidental completa, es decir los números vocales e instrumentales y también las partes breves que sostienen diálogos, pero omitiendo aquí la voz humana; así se disfruta mejor la preciosa escritura instrumental, que en muchos casos recoge material temático de la obertura para mantener la cohesión. En esto, y sin proponérselo, la fina intuición de nuestro músico anticipa ideas futuras, como la reiteración de temas a lo largo de una obra (ideé-fixe o leit-motiv) o convertir la obertura en un compendio temático de la obra. En esto, Wagner no pudo estar más de acuerdo con los logros del gran Félix...

» Para descargar, basta pinchar la carátula correspondiente

lunes, 23 de noviembre de 2015

Montserrat Figueras: un recuerdo en su aniversario


Al cumplirse ya cuatro años desde que perdimos a Montserrat Figueras, le rindo un pequeño tributo recordándola en aquello que la hizo inolvidable: su luminosa voz de soprano, educada en técnicas de música antigua pero sin perder nada de vitalidad y elocuencia. ¡Larga vida a su memoria!

viernes, 13 de noviembre de 2015

#PrayForFrance

Hace pocas horas el azote de la violencia terrorista ha golpeado a París. Tiroteos y explosiones —reivindicados hace poco por el Estado Islámico— desataron una sangrienta conmoción en la capital gala. Caos e incertidumbre en medio de la noche; la “Ciudad Luz” eclipasada por el dolor y la impotencia. Más de 100 muertos fue la cifra preliminar, que por desgracia habrá de crecer aún durante la jornada de hoy, mientras se despeja la humareda del odio. El presidente francés definió los ataques coordinados como declaración de guerra.

A mis queridos amigos de Francia, sus familias y sus muertos se dirigen ahora mis pensamientos, plegarias y afecto; en especial, a mi amigo Robin, que espero se encuentre a salvo de cualquier daño.

Seguimos con atención el desarrollo de los acontecimientos.

“Fantasia” de Disney :: a 75 años de un clásico

El filme más artístico y visionario de Walt Disney, “Fantasía”, fue estrenado un día como hoy, 13 de noviembre, en 1940. El bajo resultado de la taquilla acarreó problemas financieros graves para la empresa, fue malcomprendida e incluso vista como un error del dibujante... pero el tiempo corrió a favor de Disney. “Fantasía” se convirtió en un clásico de culto; el Instituto de Cinematografía de los EE.UU. la incluyó entre las 100 mejores películas creadas en ese país, y en 1990 el Registro Nacional Cinematográfico la añadió a su archivo de trabajos “cultural, histórica o estéticamente significativos”, que serán preservados para las futuras generaciones.

StokiDisney tuvo un genial cómplice en esta aventura de exploración: Leopold Stokowski, el director de oído mágico que construyó el “sonido Philadelphia” y para entonces cómodamente establecido en el circuito musical estadounidense. Músico y dibujante definieron las historias más tentadoras para vincular imagen y sonido, hasta que finalmente se concentraron en siete segmentos: la “Tocata y Fuga en Re menor” de Bach, la suite “Cascanueces” de Chaikovsky, “La Consagración de la Primavera” de Stravinski, la Sexta sinfonía —Pastoral— de Beethoven, la “Danza de las horas” de Amilcare Ponchielli, “Una Noche en el Monte Calvo” de Mussorgsky, el “Ave María” de Schubert y “El aprendiz de Brujo” de Paul Dukas. Siete momentos hilvanados sólo a través de la música, pivote absoluto de la magistral película.

Disney no sólo fue pionero en proponer una película animada de música clásica; también planteó crear algunas partes en tercera dimensión o cautivar otros sentidos de los espectadores mediante, por ejemplo, la aspersión de perfumes en las salas. Aunque estas ideas acabaron descartadas, sí se desarrolló una que fue trascendente: el Fantasound, primer antecedente de lo que hoy es el sonido envolvente, y que convirtió a “Fantasía” en la primera película comercial con sonido multicanal.

Para celebrar este aniversario, comparto a continuación un fragmento descartado: el “Claro de Luna” de Debussy, en arreglo orquestal de Stokowski y la animación que tal vez no todos conozcan... Luego de 75 años, ya es hora de deleitarse:

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un intermezzo con Misha Mullov-Abbado

¿Han escuchado la música de Misha Mullov-Abbado? Es uno de esos músicos obligados a liberarse de la etiqueta “hijo de”; en este caso, del gran director italiano Claudio Abbado y la virtuosa violinista rusa Viktoria Mullova. A diferencia de sus padres, famosos intérpretes clásicos, Misha ha optado por el jazz. Es un contrabajista-compositor establecido en Londres y premiado por su talento (2014 Kenny Wheeler Jazz Prize). En Septiembre pasado lanzó su disco debut junto a su Quinteto. Aquí, de muestra un botón: “Canción circular”. ¡Disfrútenla!

lunes, 9 de noviembre de 2015

El laudista melancólico y el saxofón

Ángel Memorial

A propósito del Saxofón, que mencioné antes en el onomástico de su inventor, les comparto un registro donde queda demostrada la tremenda versatilidad del instrumento. Un disco la verdad bastante insólito en su propuesta y sin embargo, muy satisfactorio.

El tenor John Potter, miembro fundador del ya disuelto grupo vocal “The Hilliard Ensemble”, lanzó en 1999 el álbum “In Darkness Let My Dwell”, título de una de las canciones más famosas del inglés John Dowland (1563-1626). El disco recorre obras de este influyente compositor del período isabelino, el cual impregnó a toda su producción la melancolía más acerba; tanto, que aún se debate entre especialistas si sufría alguna clase de trastorno depresivo o si era nada más que una pose artística — la melancolía estaba de moda por entonces; los románticos no inventaron nada...

John Potter
Potter, en el libreto, declara su intención de recuperar las canciones de Dowland para el contexto moderno. Nuestra época, opina él, se sentirá en sintonía con el clima doloroso que destilan las bellas obras del laudista isabelino:
"En estas grabaciones hemos querido traer la música de Dowland hasta nosotros, relacionarnos no con un Dowland abstracto que deba ser exhumado o reconstruido, sino con un colega que concibió la música de un modo muy similar al nuestro, y que seguramente pudo oír su música interpretada de muy distintas maneras, según el estilo contemporáneo de su tiempo... Los músicos de la siguiente generación tomaron sus partituras, desnudaron sus elementos esenciales y ‘renegociaron’ la música con el ya desaparecido compositor. Lo mismo que nosotros hacemos ahora.”

Precisamente esta última idea justifica la inesperada sociedad instrumental ofrecida: el saxofón soprano, el clarinete bajo, el violín barroco o el contrabajo, juntos o por separado, acompañan la experta lectura de Potter expandiendo su ámbito expresivo a la manera del jazz-fusión. Alquimia musical.

Amigos, amigas, ¡no dejen de aceptar este desafío!

» D E S C A R G A

MP3 CBR 320 kbps | 14 pistas | .rar 169,5 mb | Yandex

Recomendación: Este diálogo entre el siglo XVI y el XX también fue practicado por “The Hilliard Ensamble” junto al saxofonista Jan Garbarek en tres álbumes: Officium (1994), Mnemosyne (1999) y Officium Novum (2010). Si disfrutas la experimentación, prueba con alguno. Todos ellos están disponibles en Amazon o tiendas similares.

viernes, 6 de noviembre de 2015

El Día de SAX

Google rindió homenaje a Adolphe Sax (1814-1894), el luthier belga que inventó el Saxofón en 1840, con 26 años. Sin quererlo —de hecho sin saberlo— patentó la futura voz del jazz.

SAX nació en un hogar vinculado al arte de la fabricación instrumental. Su padre tenía un taller para instrumentos de viento, lugar donde el pequeño Sax comenzó a trabajar como aprendiz. Se familiarizó con las virtudes y defectos de flautas, clarinetes, oboes, fagotes... Lidiando contra ciertas limitaciones del clarinete fue como Sax acabó por concebir y fabricar su propio instrumento, en el cual conserva la boquilla con lengüeta típica del clarinete o del oboe, además del sistema de llaves, pero elige un cuerpo metálico y le da el diseño característico en forma de pipa. Tenía claro lo que perseguía con su invento: uno que «por el carácter de su voz pueda aproximarse a los instrumentos de cuerda, pero que tenga más fuerza e intensidad». Había nacido el saxofón.

Sax fue el primer intérprete de su criatura —el primer saxofonista del mundo…— y así comenzó a captar la atención de grandes músicos. Héctor Berlioz fue el primero en escribir una obra conocida para saxofón, el sexteto Canto Sagrado, en 1844. Elogió al nuevo miembro de la familia de los vientos: «Es de tal naturaleza que que no conozco ningún instrumento actualmente en uso que pueda comparársele, a ese respecto. Es pleno, blando, vibrante, de enorme fuerza y susceptible de endulzar». Con el tiempo otros grandes autores pedirán al saxofón como integrante de la orquesta (Ravel en su Bolero, Rajmáninov en sus Danzas Sinfónicas) o le asignarán un rol principal (Debussy en su Rapsodia para orquesta y saxofón, Glazunov en su Concierto para saxofón de 1935).


Segmento solista confiado al Saxofón por Sergéi Rajmáninov en la primera de sus Danzas Sinfónicas / Con esta elección el creador ruso ratificó su excepcional oído para el sonido orquestal y de paso firmó una de sus melodías inolvidables. Años después, para el estreno de las Danzas en la URSS, el gobierno soviético vetó al saxofón (!) por considerarlo emisario cultural de EE.UU. (!!) y la melodía fue reasignada a dúo de clarinetes y fagotes.

El saxofón fue haciéndose un espacio en el repertorio sinfónico pero sobre todo en las bandas y orfeones, para las cuales había sido pensado. Era un invento exitoso y Sax pudo sentirse satisfecho. Lo que no llegó a saber es que a contar de la década de 1920 el saxofón sería adoptado por el jazz y su popularidad se dispararía en todo Occidente, llegando a ser uno de los instrumentos musicales más populares del siglo XX junto con la guitarra eléctrica. Sus facilidades mecánicas y la belleza de su sonido, que Sax supo mantener homogéneo a lo largo de su extensión, cautivaron a músicos tan imprescindibles como Charlie Parker o Lester Young, y confirió el sonido característico a las Big Band estadounidenses.

A 201 años de su nacimiento, Adolphe Sax disfruta una aplaudida inmortalidad.

Y es que no sólo Lennon o Glenn Gould tienen su estatua sentada... / Estatua de Sax a la entrada de su museo en Dinant, la ciudad que le vio nacer

jueves, 5 de noviembre de 2015

Felix MENDELSSOHN (2)

Mendelssohn Sueño de una Noche de Verano
Todavía como homenaje a MENDELSSOHN —aunque breve— les comparto en el reproductor bajo estas líneas la inigualable Obertura para el «Sueño de una Noche de Verano» de Shakespeare, op. 21. en versión del grandísimo Otto Klemperer dirigiendo a la orquesta Philharmonia.

Tengo pensado traer a la página la Música Incidental completa escrita por Mendelssohn en dos etapas de su vida; pero no obstante, la obertura es tan extraordinaria que permite diferentes acercamientos sin sufrir desgaste. Fue compuesta en plena adolescencia (un apelativo que no me convence para describir a aquel muchacho de 17 años en la primavera de su genio), luego de acabar la lectura de la obra homónima de Shakespeare. Sólo puedo maravillarme ante todo lo que supo conseguir Mendelssohn en esta pieza: desde los evocadores acordes que sirven de pórtico a las melodías ágiles de la cuerda, que representan los diminutos pasos de las hadas, pasando por la habilidad armónica en las transiciones de los “episodios” que se suceden en perfecta fluidez, o el amplio vuelo de las melodías, rasgo que marcará toda la obra de este músico. En fin, el sutil mundo feérico plasmado sin esfuerzo aparente. Con esta obertura de concierto —especie de poema sinfónico antes que Liszt les diera ese nombre— Mendelssohn presenta sus credenciales como uno de los supremos pintores musicales.

Klemperer, a su vez, aporta su capacidad para la cohesión arquitectónica, sus trazos firmes y el sabor ácido y a la vez tan variado que extrae de la paleta instrumental. ¡Disfruten esta versión!

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Felix MENDELSSOHN

Hoy se cumple otro aniversario más (168 años) de la muerte de quien fuera uno de los músicos más celebrados de Europa en la primera mitad del siglo XIX, para luego devenir uno de los más vilipendiados por el «nacionalismo germánico» al finalizar aquella misma centuria: FELIX MENDELSSOHN, fallecido tempranamente un 4 de noviembre de 1847, con 38 años de edad.

Fue hijo de prósperos banqueros judíos de Hamburgo y disfrutó una vida desahogada y éxito artístico internacional, algo que incitó la envidia de muchos colegas (Wagner a la cabeza), que alegaron falacias raciales para rebajar el prestigio de su obra y arrinconarla en el olvido. Todos ellos omitieron (y por supuesto no igualaron) su conocida generosidad y especialmente la grandeza de sus dotes musicales, comparables a las de Mozart en precocidad y brillo. Mendelssohn fue un genio musical nato, dibujante y acuarelista notable, con madera de escritor (sus cartas lo delatan) y gran director de orquesta. En esta última faceta tuvo el mérito de revivir a Johann Sebastian Bach ante el gran público, al representar su »Pasión según San Mateo« en 1829, en Berlín. Nada menos.

Como recuerdo de este enorme creador copio el enlace a la obertura de una obra poco conocida, »Die Heimkehr aus der Fremde«, escrita aquel mismo año de 1829:

viernes, 25 de septiembre de 2015

Feliz aniversario, Mr. Gould

Glenn Gould
Hoy, 25 de septiembre, GLENN GOULD habría cumplido 83 años. Uno de los genios fundamentales del piano que surgió durante el siglo XX, y sin duda uno de los más carismáticos, Gould brilló por sus sobrehumanas dotes técnicas tanto como por sus excentricidades y, en especial, su profunda conexión con el contrapunto de Bach, admirablemente expuesto en sus famosas versiones de las “Variaciones Goldberg”. Gould fue un músico desafiante, analítico, que no sentía afinidad por los elementos románticos del repertorio pianístico, antes bien, prefería enfoques intelectuales y música abstracta. Con todo, su peculiarísimo estilo de interpretación era un verdadero trance dionisíaco, con Gould perdido en la recreación musical mientras canturreaba las melodías desgranadas por sus manos.

A este legendario artista vaya el homenaje de nuestra página:

lunes, 14 de septiembre de 2015

KARLOWICZ, una estrella que se apagó en la nieve

Karlowicz

Karłowicz (1876-1909) en los Montes Tatra

La segunda mitad del siglo XIX contempló un fenómeno renovador: los nacionalismos. El nombre después ganó triste fama, pero aquí cumple la mera función de designar un acontecimiento.

Reverdece la tradición

A lo largo del siglo XIX países alejados del centro europeo tomaban conciencia de su lugar en el mundo y exploraban su propia identidad. En parte alentados por los conceptos republicanos acuñados en Francia desde antes de la Revolución de 1789, en parte inspirados en los filósofos del Romanticismo alemán y sus ideas del Volkgeist, la eclosión obedecía sobre todo a una realidad más básica: los pueblos alcanzan su propia madurez. Aquellos países desistieron de imitar a reinos mayores y buscaron expresión original. “Rebalsaron” sus aportaciones en el receptáculo de la cultura europea, y así incorporaron sus hallazgos particulares al bagaje de nuestra cultura occidental. En el terreno musical, por ejemplo, estilos considerados al principio una novedad exótica (rusos, checos o escandinavos) ganaron pronto un lugar estable y merecido en el repertorio estándar.

Viene también al caso recoger las observaciones agudas del crítico musical Harold Schonberg:

Los países habitados por ciudadanos satisfechos normalmente no producen música nacionalista, la cual en cierto modo es propaganda, un llamamiento espiritual a las armas. Un país cuyo pueblo está dominado por una nación extranjera, por ejemplo el reino de Bohemia durante el dominio austríaco, o un país donde el pueblo gemía bajo el puño de hierro de un zar y su aristocracia arraigada y codiciosa, no tenía muchos modos de exponer su protesta social. Pero podía manifestarse en la literatura y la música, y así se lo hacía. Si las manos de los activistas estaban atadas, el músico por lo menos podía expresar el anhelo de libertad de su país, o el orgullo de sus propias tradiciones.
danzas hungaras

Campesinos austrohúngaros bailando danzas típicas

Pero tampoco es que se hubiera agotado la savia en las “grandes escuelas” de Europa central (Alemania, Italia, a su modo Francia); lo que hubo fue un cambio de ruta, cuando su respetada tradición se abrió a cauces inesperados, creando agitadas controversias a menudo furibundas: los franceses ardieron en polémicas, la vida musical germánica se partió entre dos bandos afiliados uno al pasado y otro al porvenir...

Tiempo de síntesis

Pero el tiempo avanzó. La joven generación que había tomado influencias de Berlioz, Brahms, Bruckner o Wagner (pensemos en Richard Strauss o Mahler) cultivó un estilo suntuoso, de refinadísima riqueza instrumental y avanzada armonía que tantea la disolución: el post-romanticismo. Antes de la Gran Guerra, su prestigiosa influencia tuvo tiempo de irradiarse. A este momento y a este contexto históricos pertenece el compositor que hoy les presento: Mieczysław Karłowicz, uno de los grandes creadores que Polonia ha dado al mundo... aunque también uno de los menos conocidos.

KarlowiczMieczysław Karłowicz, con su aspecto de Quijote juvenil

El compositor nació en 1876 en Vishneva, una parte de Polonia que hoy pertenece a Bielorrusia, y tuvo una infancia ajetreada: sus padres vivían en una propiedad rural que vendieron en 1882, trasladándose a Heidelberg (Alemania), luego a Praga (República Checa), a Dresde (Alemania) para finalmente asentarse en Varsovia (Polonia) en 1887. Aquí estudió composición (ya se aplicaba al estudio del violín desde los 7 años) y en 1895 viaja otra vez a Alemania para una larga estancia en Berlín, donde prosigue estudios con Heinrich Urban y, entrado el nuevo siglo, recibe lecciones de dirección orquestal del mismísimo Arthur Nikisch.

Karlowicz absorbió con fruición la música finisecular que lo rodeaba —Wagner, Chaikovsky, Richard Strauss, Scriabin...—; en su tiempo hubo quienes criticaron esta influencia, tanto más que las asumía mientras Europa sentía el impacto revolucionario de Stravinsky o Schönberg. Pero Karlowicz no atendía a esa última estética; para él, el profeta del futuro era Richard Strauss, cuyos principios musicales desarrolló con éxito. Luego de tanteos estudiantiles sin demasiada personalidad, el polaco llegó al nicho donde creó sus mayores obras: el poema sinfónico. Escucharlos es todo un descubrimiento.

maedchen Procesión de marzo / Jan Rembowski, 1910

Aunque la influencia germana marcó desde temprano la vida de nuestro compositor, también se sabía parte de un contexto propio: el movimiento “Mloda Polska” (Joven Polonia). Involucrando a la juventud de las artes polacas (literatura, pintura, escultura, música), este movimiento fue esencialmente un marco neorromántico donde tuvieron cabida las influencias del decadentismo, el simbolismo, el impresionismo... en suma, los rasgos culturales del fin du siècle. Operó como una especie de actualización cultural de Polonia en el concierto europeo. Sólo terminó con el estallido de la Primera Guerra Mundial y los subsecuentes tumbos políticos que sufrió la nación eslava en las décadas por venir.

El silencio de la montaña

Karlowicz

Pero Mieczysław Karłowicz ni siquiera llegó a conocer este trastorno histórico. Era todo un cultor del montañismo y experto esquiador que disfrutaba las caminatas y paseos en los escarpados paisajes de su país. (Pasión curiosa pero no inusual; sería interesante formar un elenco de los grandes creadores que cultivaron deportes al aire libre, como Mahler y su afición por la natación y las embarcaciones a remo, o Brahms y su pasión por las largas caminatas, a veces de días, que hoy calificaríamos como senderismo.) Nuestro creador polaco dejó varias estampas suyas disfrutando la alta montaña, debido a que también la fotografía era un hobby que disfrutaba en el escenario majestuoso de la naturaleza. Pero tal faceta aventurera lo exponía a los mismos riesgos que conoce todo quien se adentra en la montaña — porque la nieve, la altura, la piedra conforman un mundo impredecible. Así terminó la vida de la gran promesa musical polaca. Su última excursión en los Montes Tatra fue interceptada por una avalancha; la nieve devolvió su cuerpo inerte a los rescatistas, al otro día. En ese mismo lugar se colocó un monolito conmemorativo al cual acuden hasta hoy quienes recuerdan a Karłowicz.

(Existe un sitio web que reconstruye ese último itinerario del compositor/montañista, aparte de ofrecer interesante material fotográfico de entonces y hoy: http://karlowicz.free.fr )

Karlowicz

Karłowicz ocupa en la historia de la música polaca el rol de eslabón entre Fryderyk Chopin y Karol Szymanowski. Su lenguaje musical, truncado en su desarrollo por el fatal accidente, había logrado un perfil original y reconocible, al paso que la maestría de su escritura orquestal sigue causando asombro; en este apartado, pocos llegan a su nivel.

Queridos amigos, conozcan y disfruten la música de Mieczysław Karłowicz, uno de los grandes creadores polacos de todos los tiempos, en versión de Antoni Wit y la Filarmónica de Varsovia. Una alternativa la ofrece el sello CHANDOS con la Filarmónica de la BBC dirigida por Yan Pascal Tortelier, con toda la potencia sinfónica que exige el sonido tardorromántico de Karlowicz. No obstante, los músicos comisionados por el sello NAXOS aportan una visión digamos idiomática, con fluctuaciones de humor que subrayan la opulencia orquestal. Ambos sellos ofrecen las mejores iniciativas recientes dedicadas a la música del creador polaco, quien ahora baja por fin desde su memorial en la montaña a tomar contacto con los auditorios. Antes, las convulsiones que descargó el siglo XX sobre Polonia habían saboteado la apropiada difusión de sus obras. Los invito ahora sí a conocerlo:

» D E S C A R G A

MP3 ABR ~ 256 kbps · 48 kHz | 3 tracks | RAR 124,4 mb | mega

viernes, 11 de septiembre de 2015

Las otras Variaciones DIABELLI

En 1819, el músico y editor vienés Anton Diabelli tuvo una gran idea que debe más a su talento como hombre de negocios que al de compositor: contactó a los músicos más afamados de Austria y también a un puñado de alemanes relevantes, solicitándoles escribir una variación a partir de un tema suministrado por él mismo (a saber, un vals corto e inofensivo) para una publicación mensual de su casa editorial, y finalmente reunir el compendio de variaciones en un solo volumen bajo el título de "Asociación de Compositores Patrióticos" (la reacción contra Bonaparte seguía siendo un buen gancho comercial).

51 compositores atendieron la propuesta de Diabelli. El variopinto grupo incluía al Archiduque Rudolf de Austria, Franz Xaver Mozart (hijo de Amadeus), Moritz Conde de Dietrichstein, Heinrich Eduard Josef Barón de Lannoy, Ignaz Franz Barón de Mosel, Carl Czerny, Johann Nepomuk Hummel, Ignaz Moscheles, Franz Schubert... Hasta el juvenísimo Franz Liszt recibió una copia del tema, cortesía de su influyente maestro Czerny, y contribuyó con una variación.

Beethoven fue el último en entregar su parte, cuatro años después. ¡Bendita demora! No era una sola, sino 33 variaciones que constituían en sí mismas un corpus completo, testimonio impresionante de genialidad e inspiración y, de paso, pieza fundamental del repertorio pianístico desde entonces. Diabelli decidió publicarlas por separado. Y la grandeza de este grupo de variaciones eclipsó a las demás.

No obstante, las variaciones originales (ahora constituyendo el segundo volumen) rindieron suculentos frutos editoriales. El nutrido grupo de músicos configuró un amplio abanico con las influencias y estilos de aquel momento, dando vivos colores al tema original. Todo eso resultó muy atractivo para el público. Recordemos que el siglo XIX fue el siglo del piano; el instrumento estaba presente en muchísimas casas y tenía cultores repartidos en toda la escala social; era la manera de hacer sonar la música antes de la radio o de los discos.

El siguiente video recopila algunas de las variaciones del segundo volumen. Especial atención merecen las de Liszt [4:23 min] y Schubert [8:16 min], ambas modificando la tonalidad de Do mayor a Do menor, y además la extraordinaria Coda compuesta por Czerny como cierre de la colección. Disfruten:

viernes, 28 de agosto de 2015

Involvidable Leiter

Javier mirando al mar en Benalmádena, donde sus restos descansan hoy
Otro aniversario más desde la partida de un amigo entrañable, un corazón amante de la belleza, un hombre bueno y un carácter noble cuyo recuerdo me acompaña siempre: Francisco Javier Menéndez, «Leiter».

El 2012, un día como hoy, la enfermedad nos lo arrebató. Pocos años han pasado, pero ya parecen demasiados. La ausencia y el silencio son mitigados en parte por uno de sus legados más cuidados, el magnífico blog «Leiter's Blues», en donde estampó a raudales su sabiduría musical y humana.

Aunque su compositor central era Mozart, cosa que dejó clara varias veces, para mí fue reveladora su admiración hacia Robert Schumann. También Bruckner, Brahms o Mendelssohn; pero Schumann tenía para él significado especial.

De este compositor tomo una parte de la Segunda Sinfonía: el sentido e inspiradísimo Adagio que conforma el tercer movimiento, una página que Leiter encomiaba como inigualable en su profunda belleza, y también visionaria por los claros anticipos de la expresividad de Bruckner o Mahler. Con esos sonidos resonando en mi interior, le dedico al amigo y al maestro Javier un homenaje de gratitud y afecto:

martes, 18 de agosto de 2015

GARCÍA LORCA, 79 años después


Federico García Lorca sentado al piano, que disfrutaba tocar
Hace 79 años fusilaban a García Lorca. Con él se fue uno de los mejores artistas que nunca haya dado España. Y lo digo recordando la calidad sin igual de su poesía, tan llena de imágenes vivas, tan directa y sin morosas elaboraciones. Pero el hombre tenía múltiples talentos: quien busque encontrará sus pinturas y dibujos, pero también su música. Porque tocaba bien el piano y gustaba de alegrar desde el teclado los encuentros de amigos. Incluso tomó canciones populares andaluzas y les inventó acompañamiento, para luego grabarlas junto a la cantante “La Argentinita”. Aquí les dejo esta españolísima canción de cuna como muestra, arreglada por el gran Federico en su faceta de músico.

lunes, 17 de agosto de 2015

El Cerebro de los Músicos

violinistaViolinista callejero / imagen de zstamey84

Siempre se murmura que los músicos son "gente especial". Y no necesariamente hablamos de famosos compositores —llámese Sting, Regina Spektor, Violeta, Johann Sebastian o Wolfgang Amadeus— sino de todo quien haga música por condición innata. En unos minutos, el siguiente video demuestra que aquella primera impresión... era cierta:

miércoles, 5 de agosto de 2015

In Memoriam Margot Loyola

Desde el lunes pasado, Chile guarda silencio. Porque la insigne folclorista Margot Loyola dejó esta vida a sus 96 años de edad, callando así una de las voces emblemáticas de nuestra tierra. El folclore se viste de luto y los homenajes se multiplican tanto como el ardor de la nostalgia. El himno nacional canta a “ese campo de flores bordado, copia feliz del Edén”. Creo que Margot Loyola también deja tras de sí un campo bordado con flores muy vivas: las de la inspiración que supo comunicar, del amoroso descubrimiento musical que supo preservar, de la refrescante vitalidad que siempre supo contagiar.

¡Hasta siempre, maestra de generaciones, querida Doña Margot!

viernes, 31 de julio de 2015

Enlaces repuestos

Actualizaciones de entradas (pocas) en el mes de julio. Como descubrirán si navegan por el blog, una parte de los artículos antiguos tiene enlaces caducos y eso lo voy reparando de a poco. Pero, si tienen interés en alguna reposición particular, háganmelo saber en los comentarios. ¡Saludos!

» FURTWÄNGLER Y LA NOVENA DE BEETHOVEN EN LUCERNA
Orquesta del Festival de Lucerna / Wilhelm Furtwängler / 1954

» CHAIKOVSKY Y SUS "12 ESTACIONES"
Orquesta Sinfónica de la URSS / Evgeny Svetlanov / 1975

» BEETHOVEN: SÉPTIMA SINFONÍA
Orquesta Estatal de Baviera / Carlos Kleiber / 1982

» BEETHOVEN: CUARTA SINFONÍA
Orquesta Filarmónica de Berlín / Wilhelm Furtwängler / 1943

» EL BLUES SINFÓNICO DE BILL RUSSO
Siegel-Schwall Band & San Francisco Symphony Orchestra / Seiji Ozawa

» MAHLER: SEGUNDA SINFONÍA en formato WMA ALTA RES
Filarmónica “Robert Schumann” de Chemnitz / Oleg Caetani / 1999

» JOHN DUNSTABLE, iniciador del Renacimiento en la música
The Hilliard Ensemble / Paul Hillier / 1984

martes, 28 de julio de 2015

El arte de escuchar



Es fácil pasar por alto que la música, sobre todo la clásica (en sus múltiples variedades) requiere tres ingredientes: el compositor, el intérprete... y el oyente. Escuchar obras maduradas por grandes creadores no puede ser un acto displicente, ni el auditor está para calentar sillas; tal como quien sigue la trama de una película se sumerge en la ficción para absorber los detalles, igualmente las grandes obras están ahí para iniciar un diálogo con nosotros, para ofrecernos belleza, claro que sí, pero no de las formas habituales. Cultivar un oído atento es también un arte.

Algo de eso aborda el maestro Daniel Barenboim en el siguiente video, ofreciendo algunos consejos y sobre todo reflexionando sobre cómo escuchar la música:

{poesía} T. S. ELIOT

eliot

Burnt Norton

(fragmento)

Las palabras se mueven, la música se mueve
Nada más en el tiempo; pero lo que sólo está vivo
Sólo puede morir. Termina el habla
Y vuelven al silencio las palabras.
Sólo mediante forma y estructura
Pueden llegar a la quietud la música o las palabras,
Como un inmóvil jarrón chino
Se mueve perpetuamente en su quietud.
No la inmovilidad del violín mientras la nota dura,
No sólo eso sino la coexistencia,
O digamos que el fin precede al comienzo
Y que el fin y el comienzo estuvieron presentes
Antes del comienzo y después del fin.

Y todo es siempre ahora. Las palabras se esfuerzan,
Se resquebrajan, a veces se rompen bajo la carga
y la tensión,
Resbalan, se deslizan, perecen,
La imprecisión las deteriora, pierden su sitio,
pierden su fijeza. Voces agudas
Que regañan, se burlan o sólo parlotean
Las asaltan continuamente. La Palabra en el desierto
Es atacada sobre todo por voces de tentación,
La sombra que solloza en la danza fúnebre,
El sonoro lamento de la quimera desolada.



T. S. Eliot
 
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