viernes, 30 de diciembre de 2011

Ein SILVESTERKONZERT / Rudolf KEMPE, 1972

Rudolf Kempe

Para finalizar el año de buena manera —y anticipando los jolgorios musicales que desde Viena remecen el globo— les comparto un disco a cargo de uno de mis directores favoritos, el gran Rudolf Kempe, al frente de la Orquesta Estatal de Dresde. Estos intérpretes se sumergen en una música comunicativa, efervescente, de dulce nostalgia y dorada alegría; claro que sí, hablo de la música festiva hecha en Viena y contagiada al mundo a través del Concierto de Año Nuevo celebrado en dicha ciudad cada 1º de Enero.

El eje del repertorio lo constituye la dinastía Strauss, a la cual se suman otros nombres muy queridos en la historia musical de la gran capital austríaca. Pero idéntico repertorio es ofrecido justo el día anterior, 31 de diciembre, bajo el nombre del último santo del año en el calendario católico: el Papa San Silvestre. De ahí su nombre alemán, “Silvesterkonzert”.

Con ese título el maestro Kempe grabó para el sello Berlin Classics, en los años 70 del siglo pasado, un puñado de valses, polkas y oberturas de los hermanos Josef y Johann Strauss hijo, incluyendo también a dos Franz, Von Suppé y Lehár (cuyo famoso vals Gold und Silber, compuesto para el baile “Oro y Plata” de la Princesa Metternich en 1902, encabeza la lista).

¡Un fuerte abrazo en este último día del año, amigos y amigas, agradeciéndoles sus visitas, comentarios y afecto! Y toda la buenaventura en este 2012 próximo a comenzar.

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vals

LAS 8 ESTACIONES y algo más... / 2

arbol cuatro estaciones

SEGUNDA PARTE Y FINAL de las entregas dedicadas a las Cuatro Estaciones según Vivaldi y según Piazzola, a los cuales se agrega esta vez Nicolas Chédeville.

por Ernesto Nosthas Nosthas


Justo es comentarle al auditorio que existe al menos una grabación adicional de este mismo concepto VIVALDI/PIAZZOLLA [compartido en anterior posteo], y es la que realizaron los Solistas de Cámara de Salzburgo bajo el liderazgo de su primer violín Lavard Skou-Larsen cuatro años después que esta grabación de Gidon Kremer y la Kremerata Baltica para el sello vanguardista Nonesuch Records.

He de reconocer incluso al auditorio, que yo conocí del ciclo de Piazzolla por este disco (no por el de Kremer), el cual tuve el privilegio de adquirirlo de las manos de los ejecutantes, luego de un Concierto en que este grupo interpretó precisamente este doble-ciclo, en el Auditorio Cerritos (Cerritos Center for the Performing Arts), un bellísimo teatro modernista ubicado al sur de la ciudad de Los Ángeles, en el otoño de 2004.

Así pues, repito la pregunta hecha en la entrega anterior: ¿otra grabación de las Cuatro Estaciones de Vivaldi? Sí… pero créanme cuando les digo que también esta interpretación es muy especial. Acá el enfoque es más fogoso y chispeante. Este conjunto instrumental es brillante, y comparten con la Kremerata que la edad promedio de sus ejecutantes es de menos de treinta años. Especial atención les pido para el «Invierno» más genial de todos los que conozco, incluso unos milímetros mejor que el de Kremer.

Acá el enfoque para presentar las obras es conservador, cada obra se ejecuta por separado y en la misma secuencia de estaciones: del verano al invierno, con una toma de sonido en vivo espectacular. El arreglo para violín y cuerdas utilizado por los Solistas de Cámara de Salzburgo bajo el liderazgo de su primer violín Lavard Skou-Larsen ha sido preparado por el chelista y compositor ítalo-argentino José Bregato.

Bregato junto con Piazzolla crearon la Vanguardia del Tango en 1955 y apoyó al maestro Piazzolla en la creación del Octeto Buenos Aires, junto a otros grandes músicos, produciendo la gran «revolución tanguera» porteña. En 1976 fue solista de la orquesta sinfónica de Porto Alegre, Brasil, y en 1978 creó los conjuntos de cámara de la Universidad de Natal, Brasil. Regresó a la Argentina en 1982 y refundó el Archivo de Música Popular y Clásica de SADAIC. Recibió el premio a la Trayectoria de SADAIC y también fue distinguido por su trayectoria por el Gobierno Autónomo de la ciudad de Buenos Aires. Asimismo, es co-ganador del Premio Grammy Latino 2002 en la categoría Tango por su trabajo como arreglador del CD «Adiós Nonino» realizado por el Amazonia Quartet de Brasil. Sus composiciones para violonchelo solista y orquesta, o para dúos y tríos clásicos, tales como «Graciela y Buenos Aires», «Milontán» y «Malambo» forman parte del repertorio de famosos conjuntos de cámara europeo y norteamericano.

Como parte de esta oferta musical que solo pueden encontrar en QUINOFF, les comparto también este CD de las «Ocho Estaciones» con los Solistas de Cámara de Salzburgo bajo el liderazgo de su primer violín Lavard Skou-Larsen.

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fiesta campesina Rubens

Finalmente… estos intentos de flirtear con la magna obra maestra de Vivaldi no son para nada nuevos… del baúl de lo insólito, les comparto otro registro de un intento de plagio descarado que intentó realizar un oscuro escribiente musical francés de nombre Nicolás Chédeville (* 20 de febrero de 1705 — † 6 de agosto de 1782).

Este caballero hizo alguna fortuna en la vida cortesana parisina anterior a la Revolución Francesa, escribiendo composiciones dirigidas al entretenimiento y el placer de acaudalados músicos aficionados: la aristocracia francesa de la época les gustaba entretenerse tocando instrumentos rústicos mientras recreaban hipócritamente la vida cortesana en sus palacios de verano en la campiña francesa.

Sus primeras obras publicadas fueron colecciones de piezas para musette o zanfona, tituladas «Amusements champêtres» (diversiones campestres), las cuales fueron publicadas en diciembre de 1729. Posteriormente compuso otra colección de «Amusements…» mucho más avanzadas técnicamente y con alguna substancia musical. Algunas obras interesantes se pueden encontrar en la colección de su opus 6, con piezas musicales que llevan el nombre de batallas y expresan imágenes bélicas; inspiradas en campañas militares que le eran compartidas en las Cortes. Poco después Chédeville evolucionó a un estilo compositivo más serio influido por la música italiana como puede observarse en su op.7, la única colección escrita específicamente para flauta, oboe o violín, ello con una notable influencia de la escuela veneciana, cuyos máximos representantes fueron Vivaldi, Corelli y Torelli.

En 1737 mantuvo un acuerdo secreto con Jean-Noël Marchand para publicar un colección propia como la obra «Il pastor fido», op. 13 de Vivaldi. Chédeville proporcionó el dinero y recibió los beneficios, todo esto atestiguado en un acta notarial de Marchand en 1749. Esto parece ser un burdo intento de vender el instrumento que él fabricaba, la musette, bajo el supuesto respaldo de un repertorio de obras de un gran compositor. En esa misma línea, en agosto de 1739, obtuvo los derechos legales para publicar arreglos para la musette, zanfona o flauta de los conciertos de varios composiciones italianos y franceses de la época, en cuenta, Vivaldi. De este entuerto surge un arreglo de «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi para zanfona o musette, violín y flauta (aunque el término francés para flauta también puede referirse igualmente a la flauta dulce), en la cual retoma la mayoría de las «Estaciones» de Vivaldi con excepción del Verano, el cual es reemplazado por su concierto nº 9, op.8, transferido al movimiento intermedio del Invierno al Otoño. Además sustituyó el Invierno con su Concierto op.8 n° 12.

Para diversión de nuestro auditorio, les compartimos también una grabación de «Le printems», o «Les saisons amusantes» de 1739 en interpretación del Palladian Ensemble (registro del sello Linn que mereció en 1998 el Diapason d’Or).

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sábado, 24 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD!


De todo corazón, a todos y a todas quienes visitan este rincón y vuelven, a quienes comentan y a quienes no les alcanzó el tiempo, a quienes les bastan la música y la buena voluntad para forjar vínculos perdurables, en fin, a todos ustedes que ahora leen estas líneas, les deseo la más feliz Navidad y les envío un afectuoso abrazo, agradecido y sincero. Ahora tengo que partir a la cena con mi familia; con ustedes dejo a Heinrich Schütz, y el coro que él imaginó para los ángeles en la Nochebuena:

LAS 8 ESTACIONES y algo más... / 1

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por Ernesto Nosthas Nosthas


¿Otra grabación más de las Cuatro Estaciones de Vivaldi?

Puedo usar el cliché de decir abiertamente que sí, pero… no cualquier otra nueva grabación. Acá hay magia, hay inventiva, no es otra de las más de 30 grabaciones que poseo de esta magnífica obra maestra.

“Las cuatro estaciones” es un sub-ciclo dentro un ciclo de conciertos empacados como el Opus 8 de Antonio Lucio Vivaldi (* Venecia, 4 de marzo de 1678 — † Viena, 28 de julio de 1741), archifamoso compositor y músico del Barroco tardío, contemporáneo de Bach y Händel.

Vivaldi, por GhezziVivaldi es una de las figuras más relevantes de la historia de la música. Su maestría se refleja en haber cimentado el género del concierto, el más importante de su época. En 1725, bajo el título general de “Il cimento dell’ armonia e dell’ invenzione”, escribió este conjunto de obras para violín solista, orquesta de cuerdas y clavecín. En estos cuatro conciertos se encuentran ejemplificadas todas las características típicas del concierto barroco italiano de la famosa escuela veneciana. Se trata de obras musicales dignas representantes de su época: bien definidos los contrastes de tempo, pues cada concierto está dividido en tres partes: rápida-lenta-rápida; el elemento dinámico contrastante está cubierto por el efecto del eco; se tiene a un virtuoso solista que, acompañado solamente por el “basso” continuo, enfrenta a toda la orquesta y, por último, se cumple con la justificación artística de imitación de la naturaleza, el cual en sí mismo es un buen argumento para escribir una obra maestra.

¿Qué hace tan especial a esta grabación? Creo que la respuesta la deben asumir los lectores luego de escuchar este CD que en complicidad con QUINOFF hoy pongo a su digno conocimiento. Trataré de esbozar varios argumentos, pero, en esencia, deseo que la escuchen tal como está magistralmente interpretada por este conjunto de jóvenes músicos bálticos al mando del genial y mítico GIDON KREMER.

Kremer con su Kremerata Baltica

El violinista Gidon Kremer junto a la Kremerata Baltica

Ya en el post previo inicial de música de Enescu lo señalé con bastante claridad: la KREMERATA BALTICA está cada vez más convenciéndome que hay que tomarlos muy en serio; más allá de su afinidad natural hacia el frío de las tres naciones bálticas, son músicos de primera categoría, y su asociación con uno de los mejores violinistas del mundo los está convirtiendo en un grupo musical de referencia y respeto.

Con este cartel, interpretar la obra maestra de Vivaldi de la forma en que lo hacen, y más aún, hacerla interactuar con una colección de obras maestras del compositor porteño Astor Piazzolla es brillantemente notable. En este contexto, las incursiones de Gidon Kremer al universo sonoro de de la música de Astor Piazzolla no son novedad en sí mismas y su genialidad interpretando al porteño le ha traído un mayor reconocimiento a una carrera ya de por si notable y distinguida. Con este maravilloso CD, Kremer y sus discípulos nos empujan hacia un viaje fantasmagórico entre dos mundos: el barroco italiano-veneciano del siglo XVIII y el ritmo sincopado bonaerense del siglo XX: un viaje musical a través de dos siglos y dos hemisferios.

Piazzola in blue

Esta idea de interrelacionar Vivaldi con Piazzolla surgió a principios de 1990, cuando Kremer intentó animar a compositores contemporáneos para que escribieran una obra nueva basada en Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, en la que los compositores retomarían la instrumentación del “Prete Rosso”, pero dentro de la expresión idiomática y estilística de cada compositor. Entre los convocados para este proyecto estuvieron luminarias de la talla de Alfred Schnittke, Luigi Nono y Arvo Pärt, sin embargo no se lograron establecer los consensos musicales necesarios y ningún compositor quiso involucrarse en este proyecto (unos años después, la ORPHEUS CHAMBER ORCHESTRA hizo un proyecto a este que intento Kremer con los CONCIERTOS DE BRANDEMBURGO de Bach, el cual fue completado satisfactoriamente, ver más detalles en http://www.newbrandenburgs.org/ , sobre este tema haremos una entrega especial a QUINOFF posteriormente).

Buenos Aires

Una calle de Buenos Aires al anochecer — con “ese qué sé yo...”

Años después, Kremer descubrió uno de los proyectos más importantes de Piazzolla: la ópera de “María de Buenos Aires”, ocasión que le sirvió para investigar más sobre la producción musical de Piazzolla, descubriendo que este compositor había compuesto separadamente cuatro piezas independientes bajo el concepto de “Estaciones” ambientadas en su amado Buenos Aires:

    1. Verano Porteño escrita en 1965, originalmente como música incidental para la obra “Melenita de Oro” de Alberto Rodríguez Muñoz.
    2. Otoño Porteño, escrita en 1969.
    3. Primavera Porteña (también conocida como Buenos Aires en Primavera) escrita en 1970, y
    4. Invierno Porteño, escrita en 1970.

Este ciclo nunca fue publicado como tal hasta el “descubrimiento” de Kremer, aunque en varias oportunidades, Las Cuatro Estaciones Porteñas, también conocidas como Las Cuatro Estaciones de Buenos Aires, fue interpretado como ciclo al menos en cinco oportunidades por Piazzolla y su ensemble usual integrado por un violín ó viola, piano, guitarra eléctrica, contrabajo y bandoneón.

A partir del original, al menos se han hecho dos arreglos, el que usa Kremer en esta grabación es el más conocido, preparado por el director de orquesta ruso Leonid Desyatnikov, cuyo “arreglo” orquestal incluye también algunos cambios estructurales, buscando que entre las cuatro piezas individuales de Piazzolla y los cuatro concerti de Vivaldi existiese un vínculo más evidente mediante la conversión de cada una de las piezas en trozos de tres secciones, y re-arreglos para violín solista y orquesta de cuerdas. En cada pieza se incluyen varias citas de la escritura de Vivaldi original, pero debido a que los ciclos estacionales entre los hemisferios norte y sur se invierten, el arreglo considera por ejemplo, que al caso del “Verano Porteño” se desarrollan elementos agregados L’inverno (invierno) de Vivaldi.

Gidon Kremer

En sus notas para el CD, Kremer desarrolla el concepto que ambas composiciones son obras maestras con su propio lugar en la historia, el ejercicio post-modernista de combinar ambas obras en este CD no disminuye la potencia de su mensaje musical, sino que al contrario, lo magnifica. En su concepto Kremer nos dice que con este CD el oyente “entrará en un mundo en el que no existe el virtuosismo o el glamour. Kremerata Baltica y yo estamos tratando poner todo nuestro arte al servicio puro de la causa de la música como un lenguaje, la música como algo que es electrizante, como algo que nos recuerda de estar vivo, que fue un ingrediente importante de la vida hace siglos y seguirá siendo un ingrediente importante de la vida de los siglos venideros. Este CD no es música que se pueden poner en un estante de museo”.

Con semejante introducción… jejeje, ¿qué más se puede pedir?


(Concluye en la próxima entrega)

lunes, 19 de diciembre de 2011

GUERRERO: NIÑO DIOS D’AMOR HERIDO

Queridos amigos, mientras reúno tiempo para acabar el diseño de dos magníficos artículos de Ernesto, y de otros que esperan aparecer después, les ofrezco esta preciosa villanesca del gran Francisco Guerrero (* Sevilla, 4 de octubre de 1528 — † 8 de noviembre de 1599), uno de los nombres fundamentales de la polifonía española renacentista, junto a Victoria y Morales.

Nuestro autor demostró una fascinante habilidad para conjugar su (muy andaluz) sentido del ritmo con la fluidez melódica. El apartado “espiritual” (misas, motetes y otras obras de corte litúrgico) domina su producción, pero se dio maña para componer deliciosas canciones sacras y profanas, entre ellas la que hoy les comparto:

miércoles, 7 de diciembre de 2011

“Un Litro de Luz”


Con ingenio no hacen falta técnicas costosas ni grandes empresas que revenden servicios. En una humilde comunidad de Filipinas, la luz llegó a las casas de manera insospechada...


[poesía] LOPE DE VEGA


Cantarcillo de la Virgen


Pues andáis en las palmas,
ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.

Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto:
no le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.

El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto.
Que se duerme mi niño,
tened los ramos.

Rigurosos yelos
le están cercando;
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que váis volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.






La poesía de Lope,
en voz de Pilar Lorengar

viernes, 2 de diciembre de 2011

El Tesoro mejor guardado de Rumania


Enescu

por Ernesto Nosthas Nosthas


Hace unos días vino a mi memoria un célebre vinilo de la histórica colección de mi abuelo, del cual fui muy honorable y gozosamente heredero: “RHAPSODIES” un LP de la gloriosa línea RCA Ortophonic Series. Esa es una interpretación fogosa y aún hoy con los modernos estándares digitales, la toma de sonido es increíblemente vívida.

De sobra se conocen los histrionismos y libertades que en algunos casos se tomaba Stokowski —quien dirige a la Sinfónica de RCA Victor en el disco— para interpretar o reinventar obras, muy a despecho de los puristas. Este registro sigue esa línea. Todos los cristales de la casa de mi abuelo timbraban con esa maravillosa música: el contenido, la orquestación de la Segunda Rapsodia Húngara de Liszt, obras de Smetana y una maravillosa lectura de la Primera Rapsodia Rumana de Enescu para terminar.

Recuerdo que en una ocasión, hechizado por las maravillosas melodías de la obra de Enescu, le pregunté a mi abuelo si tenía más música de este compositor, a lo que me respondió que eso era lo único que se conocía y grababa de él. Más tarde, revolviendo su colección más antigua, me mostró una grabación que atesoraba del propio compositor dirigiendo las dos Rapsodias Op. 11 en un estuche de discos Victrola de 78rpm, me parece que con la Filarmónica de Nueva York.

Ese recuerdo saltó a mi mente cuando hace aproximadamente un año encontré una ganga por unos centavos, había allí una re-edición del disco de “Stoki” incluso con la adición de material con música de Wagner, y, además, en la edición económica de NAXOS - MARCO POLO, por poco más una magnífica grabación de las dos Rapsodias Rumanas más una obra excepcionalmente bella: «Poema Rumano», oficialmente inscrita como el opus 1 (primera obra) de Enescu. Con esta maravilla conceptual que integra orquesta y coros debutó como compositor el 6 de febrero de 1898 con su estreno en los Conciertos Colonne de París.

Luego de embelesarme con estas composiciones, empezó mi interés por conocer más de su obra y ahora, luego de haber estudiado un poco más su repertorio, me animo a escribir y compartir con el auditorio de QUINOFF un poco más de este gran compositor rumano:

Cruz en la cima del Caraiman

Cruz de los Héroes en la cima del Caraiman, en los montes Bucegi
abajo, fragmento inicial del «Poema rumano»,
marcado como Opus 1 en el catálogo oficial de Enescu

George Enescu es hasta ahora la figura musical rumana más relevante de la historia. Nació en Liveni el 19 de agosto de 1881 y después de una importante carrera musical, murió en París, el 4 de mayo de 1955. Su palmarés incluye una notable carrera como compositor, aunque limitada en cantidad de obras (únicamente publicó 33 obras). Adicionalmente fue un sobresaliente violinista, quizás uno de los mejores de la primera mitad del siglo XX, pianista y un respetado director de orquesta. Todavía son muy bien recordadas sus versiones de las “Sonatas y Partitas para violín solo” BWV 1001-1006, grabadas entre 1948 y 1949, que hasta hace muy poco podían encontrarse en la edición de CLASSICA D'ORO, y del “Concierto para 2 violines” BWV 1043, junto con Menuhin y la Orquesta Sinfónica de París todos ellos dirigidos por Monteux, grabado en 1932 para EMI, y ahora ambas grabaciones disponibles también en NAXOS, con estupenda remasterización, todo ello de nuestra «Estrella Inmarcesible» J. B. Bach.

Fotografía de un recital de Enescu junto al pianista Alfred Cortot / 1930

Es igualmente remarcable su rol como educador y formador, entre sus alumnos destacan especialmente violinistas de la talla de Christian Ferras, Ivry Gitlis, Arthur Grumiaux, Ginette Neveu o Yehudi Menuhin. Éste último siempre lo definió como su padre espiritual: “Para mí, Enescu será siempre una de las verdaderas maravillas del mundo. Su carácter y su figura se han quedado en mi alma como un árbol o una montaña de Sinaia. Sus fuertes raíces y su alma noble provienen de su propio país, un país de una belleza única.” Enescu fue un talento musical precoz: aprendió a tocar el violín a los 4 años y un año después dio su primer recital y empezó su formación musical de la mano del profesor Eduard Caudella (discípulo de Vieuxtemps), para luego ingresar a la tierna edad de siete años al Conservatorio de Viena, teniendo como profesores a Joseph Hellmesberger (violín), Robert Fuchs y a Sigismond Bachrich entre muchos otros.

¿Pueden imaginar a un niño de doce años frecuentando como Juan por su casa la intensa vida musical de Viena a finales del siglo XIX, participando conciertos en los que interpretaba con soltura obras de Johannes Brahms, Pablo Sarasate, Henri Vieuxtemps, Felix Mendelssohn-Bartholdy? Esa fue la infancia y juventud de George Enescu. Después de su graduación en el Conservatorio de Viena con medalla de plata a los trece años, en 1894, sigue sus estudios en el Conservatorio de París (1895-99), teniendo como profesores a Armand Marsick, André Gedalge, Jules Massenet y Gabriel Fauré. Luego de esta formación, se consolidó como un joven talento musical, de la mano de amistades como Alfredo Casella, Pau Casals, Louis Fournier y Richard Strauss, por mencionar algunos. Luego de su Poema Rumano opus 1 vienen las dos Rapsodias Rumanas (1901-02), la Suite nº 1 para la orquesta (1903), su Primera Sinfonía (1905), Siete Canciones para los versos de Clément Marot (1908). Enescu perteneció a aquella saga de estupendos compositores centroeuropeos, que floreció durante la primera mitad del siglo XX, como Bartók, Janácek, Kodály, Martinu, Szymanowski… que se caracterizaron por saber extraer lo mejor de la música popular de sus respectivos países para revertirlo en sus propios pentagramas. Y en Enescu esto es particularmente destacable en sus obras orquestales, plagadas de fogonazos zíngaros de belleza arrebatadora.


En su tierra, se le deben los principales avances para establecer la educación musical y la apertura de esta pequeña nación al mundo musical, tómense en cuenta que Enescu dirigió la premiére rumana de la Novena de Beethoven (casi un siglo después de haber sido escrita) y de obras de Brahms, Berlioz, Debussy o Wagner, además de sus propias composiciones: su Segunda Sinfonía (1913), Suite para orquesta nº 2 (1915) y la ópera Edipo (1936), considerada su obra maestra. En el mismo año tiene lugar la primera edición del concurso de composición que lleva su nombre. No obstante lo anterior, su patria de adopción fue Francia, donde desarrolló lo más intenso de su carrera musical y creativa (los franceses adaptaron su apellido a Enesco). En su tiempo, fue tal su aclamación como violinista, que sus conciertos rivalizaban con los de Heifetz y Kreisler. Como director rivalizó con Toscanini por la dirección de la Filarmónica de Nueva York.

Tumba de Enescu en el Cementerio del Père-Lachaise, París el apellido del compositor aparece afrancesado

En este viaje musical, compartimos algunos de los tesoros que he mencionado previamente: el disco de Stoki y el CD de las Dos Rapsodias Rumanas más el Poema Rumano (Iosif Conta dirige a la Orquesta y Coros de la Radio Rumana). Pero antes quiero referirme a un verdadero descubrimiento musical que aceleró intensamente mi interés por la obra de Enescu: una edición del distinguido violinista letón Gidon Kremer, en el que se une a los jóvenes miembros del Ensamble Kremerata Baltica en una maravillosa interpretación de dos obras de cámara poco conocidas de Enescu: el Octeto para Cuerdas Op. 7 y el Quinteto para Piano y Cuerdas Op. 29 (editado en Mayo de 2002). Estas dos obras provienen de dos extremos en la vida de Enescu: el octeto es una obra de juventud, el quinteto fue escrito casi al final de su vida creativa. La primera es una obra llena de cromatismos, con una estructura muy formal, casi Brahmsiana. El quinteto tiene una forma más libre y espontánea, con mayor influencia de la música tradicional rumana. En este disco, el Quinteto recibe su primera grabación mundial. Ambas obras me han apasionado y enamorado, y para efectos de este viaje musical, será el punto de partida para nuestra aventura musical en el maravilloso e injustamente conocido mundo musical de George Enescu. Una breve nota a la insigne Kremerata Baltica: es un conjunto instrumental de cámara, fundado por Kremer en 1987 y que está compuesta exclusivamente por talentosos músicos jóvenes (edad promedio 27 años) de los Estados Bálticos y con el apoyo de los Ministerios de Cultura de Estonia, Letonia y Lituania, al punto que sirven como embajadores culturales de facto de la región. Kremerata Baltica ganó un premio Grammy en 2002 y fue nominado para otro en 2003, en registros para el sello Nonesuch (una etiqueta de Warner Bros), y Deutsche Grammophon.

» RHAPSODIES (Stokowski)

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» ORCHESTRAL WORKS (Iosif Conta)

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» ENESCU DE CÁMARA (Octeto · Quinteto)

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Casa de Enescu en Liveni

Casa memorial de Enescu en Liveni, Rumania

 
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