viernes, 30 de diciembre de 2011

Ein SILVESTERKONZERT / Rudolf KEMPE, 1972

Rudolf Kempe

Para finalizar el año de buena manera —y anticipando los jolgorios musicales que desde Viena remecen el globo— les comparto un disco a cargo de uno de mis directores favoritos, el gran Rudolf Kempe, al frente de la Orquesta Estatal de Dresde. Estos intérpretes se sumergen en una música comunicativa, efervescente, de dulce nostalgia y dorada alegría; claro que sí, hablo de la música festiva hecha en Viena y contagiada al mundo a través del Concierto de Año Nuevo celebrado en dicha ciudad cada 1º de Enero.

El eje del repertorio lo constituye la dinastía Strauss, a la cual se suman otros nombres muy queridos en la historia musical de la gran capital austríaca. Pero idéntico repertorio es ofrecido justo el día anterior, 31 de diciembre, bajo el nombre del último santo del año en el calendario católico: el Papa San Silvestre. De ahí su nombre alemán, “Silvesterkonzert”.

Con ese título el maestro Kempe grabó para el sello Berlin Classics, en los años 70 del siglo pasado, un puñado de valses, polkas y oberturas de los hermanos Josef y Johann Strauss hijo, incluyendo también a dos Franz, Von Suppé y Lehár (cuyo famoso vals Gold und Silber, compuesto para el baile “Oro y Plata” de la Princesa Metternich en 1902, encabeza la lista).

¡Un fuerte abrazo en este último día del año, amigos y amigas, agradeciéndoles sus visitas, comentarios y afecto! Y toda la buenaventura en este 2012 próximo a comenzar.

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vals

LAS 8 ESTACIONES y algo más... / 2

arbol cuatro estaciones

SEGUNDA PARTE Y FINAL de las entregas dedicadas a las Cuatro Estaciones según Vivaldi y según Piazzola, a los cuales se agrega esta vez Nicolas Chédeville.

por Ernesto Nosthas Nosthas


Justo es comentarle al auditorio que existe al menos una grabación adicional de este mismo concepto VIVALDI/PIAZZOLLA [compartido en anterior posteo], y es la que realizaron los Solistas de Cámara de Salzburgo bajo el liderazgo de su primer violín Lavard Skou-Larsen cuatro años después que esta grabación de Gidon Kremer y la Kremerata Baltica para el sello vanguardista Nonesuch Records.

He de reconocer incluso al auditorio, que yo conocí del ciclo de Piazzolla por este disco (no por el de Kremer), el cual tuve el privilegio de adquirirlo de las manos de los ejecutantes, luego de un Concierto en que este grupo interpretó precisamente este doble-ciclo, en el Auditorio Cerritos (Cerritos Center for the Performing Arts), un bellísimo teatro modernista ubicado al sur de la ciudad de Los Ángeles, en el otoño de 2004.

Así pues, repito la pregunta hecha en la entrega anterior: ¿otra grabación de las Cuatro Estaciones de Vivaldi? Sí… pero créanme cuando les digo que también esta interpretación es muy especial. Acá el enfoque es más fogoso y chispeante. Este conjunto instrumental es brillante, y comparten con la Kremerata que la edad promedio de sus ejecutantes es de menos de treinta años. Especial atención les pido para el «Invierno» más genial de todos los que conozco, incluso unos milímetros mejor que el de Kremer.

Acá el enfoque para presentar las obras es conservador, cada obra se ejecuta por separado y en la misma secuencia de estaciones: del verano al invierno, con una toma de sonido en vivo espectacular. El arreglo para violín y cuerdas utilizado por los Solistas de Cámara de Salzburgo bajo el liderazgo de su primer violín Lavard Skou-Larsen ha sido preparado por el chelista y compositor ítalo-argentino José Bregato.

Bregato junto con Piazzolla crearon la Vanguardia del Tango en 1955 y apoyó al maestro Piazzolla en la creación del Octeto Buenos Aires, junto a otros grandes músicos, produciendo la gran «revolución tanguera» porteña. En 1976 fue solista de la orquesta sinfónica de Porto Alegre, Brasil, y en 1978 creó los conjuntos de cámara de la Universidad de Natal, Brasil. Regresó a la Argentina en 1982 y refundó el Archivo de Música Popular y Clásica de SADAIC. Recibió el premio a la Trayectoria de SADAIC y también fue distinguido por su trayectoria por el Gobierno Autónomo de la ciudad de Buenos Aires. Asimismo, es co-ganador del Premio Grammy Latino 2002 en la categoría Tango por su trabajo como arreglador del CD «Adiós Nonino» realizado por el Amazonia Quartet de Brasil. Sus composiciones para violonchelo solista y orquesta, o para dúos y tríos clásicos, tales como «Graciela y Buenos Aires», «Milontán» y «Malambo» forman parte del repertorio de famosos conjuntos de cámara europeo y norteamericano.

Como parte de esta oferta musical que solo pueden encontrar en QUINOFF, les comparto también este CD de las «Ocho Estaciones» con los Solistas de Cámara de Salzburgo bajo el liderazgo de su primer violín Lavard Skou-Larsen.

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fiesta campesina Rubens

Finalmente… estos intentos de flirtear con la magna obra maestra de Vivaldi no son para nada nuevos… del baúl de lo insólito, les comparto otro registro de un intento de plagio descarado que intentó realizar un oscuro escribiente musical francés de nombre Nicolás Chédeville (* 20 de febrero de 1705 — † 6 de agosto de 1782).

Este caballero hizo alguna fortuna en la vida cortesana parisina anterior a la Revolución Francesa, escribiendo composiciones dirigidas al entretenimiento y el placer de acaudalados músicos aficionados: la aristocracia francesa de la época les gustaba entretenerse tocando instrumentos rústicos mientras recreaban hipócritamente la vida cortesana en sus palacios de verano en la campiña francesa.

Sus primeras obras publicadas fueron colecciones de piezas para musette o zanfona, tituladas «Amusements champêtres» (diversiones campestres), las cuales fueron publicadas en diciembre de 1729. Posteriormente compuso otra colección de «Amusements…» mucho más avanzadas técnicamente y con alguna substancia musical. Algunas obras interesantes se pueden encontrar en la colección de su opus 6, con piezas musicales que llevan el nombre de batallas y expresan imágenes bélicas; inspiradas en campañas militares que le eran compartidas en las Cortes. Poco después Chédeville evolucionó a un estilo compositivo más serio influido por la música italiana como puede observarse en su op.7, la única colección escrita específicamente para flauta, oboe o violín, ello con una notable influencia de la escuela veneciana, cuyos máximos representantes fueron Vivaldi, Corelli y Torelli.

En 1737 mantuvo un acuerdo secreto con Jean-Noël Marchand para publicar un colección propia como la obra «Il pastor fido», op. 13 de Vivaldi. Chédeville proporcionó el dinero y recibió los beneficios, todo esto atestiguado en un acta notarial de Marchand en 1749. Esto parece ser un burdo intento de vender el instrumento que él fabricaba, la musette, bajo el supuesto respaldo de un repertorio de obras de un gran compositor. En esa misma línea, en agosto de 1739, obtuvo los derechos legales para publicar arreglos para la musette, zanfona o flauta de los conciertos de varios composiciones italianos y franceses de la época, en cuenta, Vivaldi. De este entuerto surge un arreglo de «Las Cuatro Estaciones» de Vivaldi para zanfona o musette, violín y flauta (aunque el término francés para flauta también puede referirse igualmente a la flauta dulce), en la cual retoma la mayoría de las «Estaciones» de Vivaldi con excepción del Verano, el cual es reemplazado por su concierto nº 9, op.8, transferido al movimiento intermedio del Invierno al Otoño. Además sustituyó el Invierno con su Concierto op.8 n° 12.

Para diversión de nuestro auditorio, les compartimos también una grabación de «Le printems», o «Les saisons amusantes» de 1739 en interpretación del Palladian Ensemble (registro del sello Linn que mereció en 1998 el Diapason d’Or).

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sábado, 24 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD!


De todo corazón, a todos y a todas quienes visitan este rincón y vuelven, a quienes comentan y a quienes no les alcanzó el tiempo, a quienes les bastan la música y la buena voluntad para forjar vínculos perdurables, en fin, a todos ustedes que ahora leen estas líneas, les deseo la más feliz Navidad y les envío un afectuoso abrazo, agradecido y sincero. Ahora tengo que partir a la cena con mi familia; con ustedes dejo a Heinrich Schütz, y el coro que él imaginó para los ángeles en la Nochebuena:

LAS 8 ESTACIONES y algo más... / 1

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por Ernesto Nosthas Nosthas


¿Otra grabación más de las Cuatro Estaciones de Vivaldi?

Puedo usar el cliché de decir abiertamente que sí, pero… no cualquier otra nueva grabación. Acá hay magia, hay inventiva, no es otra de las más de 30 grabaciones que poseo de esta magnífica obra maestra.

“Las cuatro estaciones” es un sub-ciclo dentro un ciclo de conciertos empacados como el Opus 8 de Antonio Lucio Vivaldi (* Venecia, 4 de marzo de 1678 — † Viena, 28 de julio de 1741), archifamoso compositor y músico del Barroco tardío, contemporáneo de Bach y Händel.

Vivaldi, por GhezziVivaldi es una de las figuras más relevantes de la historia de la música. Su maestría se refleja en haber cimentado el género del concierto, el más importante de su época. En 1725, bajo el título general de “Il cimento dell’ armonia e dell’ invenzione”, escribió este conjunto de obras para violín solista, orquesta de cuerdas y clavecín. En estos cuatro conciertos se encuentran ejemplificadas todas las características típicas del concierto barroco italiano de la famosa escuela veneciana. Se trata de obras musicales dignas representantes de su época: bien definidos los contrastes de tempo, pues cada concierto está dividido en tres partes: rápida-lenta-rápida; el elemento dinámico contrastante está cubierto por el efecto del eco; se tiene a un virtuoso solista que, acompañado solamente por el “basso” continuo, enfrenta a toda la orquesta y, por último, se cumple con la justificación artística de imitación de la naturaleza, el cual en sí mismo es un buen argumento para escribir una obra maestra.

¿Qué hace tan especial a esta grabación? Creo que la respuesta la deben asumir los lectores luego de escuchar este CD que en complicidad con QUINOFF hoy pongo a su digno conocimiento. Trataré de esbozar varios argumentos, pero, en esencia, deseo que la escuchen tal como está magistralmente interpretada por este conjunto de jóvenes músicos bálticos al mando del genial y mítico GIDON KREMER.

Kremer con su Kremerata Baltica

El violinista Gidon Kremer junto a la Kremerata Baltica

Ya en el post previo inicial de música de Enescu lo señalé con bastante claridad: la KREMERATA BALTICA está cada vez más convenciéndome que hay que tomarlos muy en serio; más allá de su afinidad natural hacia el frío de las tres naciones bálticas, son músicos de primera categoría, y su asociación con uno de los mejores violinistas del mundo los está convirtiendo en un grupo musical de referencia y respeto.

Con este cartel, interpretar la obra maestra de Vivaldi de la forma en que lo hacen, y más aún, hacerla interactuar con una colección de obras maestras del compositor porteño Astor Piazzolla es brillantemente notable. En este contexto, las incursiones de Gidon Kremer al universo sonoro de de la música de Astor Piazzolla no son novedad en sí mismas y su genialidad interpretando al porteño le ha traído un mayor reconocimiento a una carrera ya de por si notable y distinguida. Con este maravilloso CD, Kremer y sus discípulos nos empujan hacia un viaje fantasmagórico entre dos mundos: el barroco italiano-veneciano del siglo XVIII y el ritmo sincopado bonaerense del siglo XX: un viaje musical a través de dos siglos y dos hemisferios.

Piazzola in blue

Esta idea de interrelacionar Vivaldi con Piazzolla surgió a principios de 1990, cuando Kremer intentó animar a compositores contemporáneos para que escribieran una obra nueva basada en Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, en la que los compositores retomarían la instrumentación del “Prete Rosso”, pero dentro de la expresión idiomática y estilística de cada compositor. Entre los convocados para este proyecto estuvieron luminarias de la talla de Alfred Schnittke, Luigi Nono y Arvo Pärt, sin embargo no se lograron establecer los consensos musicales necesarios y ningún compositor quiso involucrarse en este proyecto (unos años después, la ORPHEUS CHAMBER ORCHESTRA hizo un proyecto a este que intento Kremer con los CONCIERTOS DE BRANDEMBURGO de Bach, el cual fue completado satisfactoriamente, ver más detalles en http://www.newbrandenburgs.org/ , sobre este tema haremos una entrega especial a QUINOFF posteriormente).

Buenos Aires

Una calle de Buenos Aires al anochecer — con “ese qué sé yo...”

Años después, Kremer descubrió uno de los proyectos más importantes de Piazzolla: la ópera de “María de Buenos Aires”, ocasión que le sirvió para investigar más sobre la producción musical de Piazzolla, descubriendo que este compositor había compuesto separadamente cuatro piezas independientes bajo el concepto de “Estaciones” ambientadas en su amado Buenos Aires:

    1. Verano Porteño escrita en 1965, originalmente como música incidental para la obra “Melenita de Oro” de Alberto Rodríguez Muñoz.
    2. Otoño Porteño, escrita en 1969.
    3. Primavera Porteña (también conocida como Buenos Aires en Primavera) escrita en 1970, y
    4. Invierno Porteño, escrita en 1970.

Este ciclo nunca fue publicado como tal hasta el “descubrimiento” de Kremer, aunque en varias oportunidades, Las Cuatro Estaciones Porteñas, también conocidas como Las Cuatro Estaciones de Buenos Aires, fue interpretado como ciclo al menos en cinco oportunidades por Piazzolla y su ensemble usual integrado por un violín ó viola, piano, guitarra eléctrica, contrabajo y bandoneón.

A partir del original, al menos se han hecho dos arreglos, el que usa Kremer en esta grabación es el más conocido, preparado por el director de orquesta ruso Leonid Desyatnikov, cuyo “arreglo” orquestal incluye también algunos cambios estructurales, buscando que entre las cuatro piezas individuales de Piazzolla y los cuatro concerti de Vivaldi existiese un vínculo más evidente mediante la conversión de cada una de las piezas en trozos de tres secciones, y re-arreglos para violín solista y orquesta de cuerdas. En cada pieza se incluyen varias citas de la escritura de Vivaldi original, pero debido a que los ciclos estacionales entre los hemisferios norte y sur se invierten, el arreglo considera por ejemplo, que al caso del “Verano Porteño” se desarrollan elementos agregados L’inverno (invierno) de Vivaldi.

Gidon Kremer

En sus notas para el CD, Kremer desarrolla el concepto que ambas composiciones son obras maestras con su propio lugar en la historia, el ejercicio post-modernista de combinar ambas obras en este CD no disminuye la potencia de su mensaje musical, sino que al contrario, lo magnifica. En su concepto Kremer nos dice que con este CD el oyente “entrará en un mundo en el que no existe el virtuosismo o el glamour. Kremerata Baltica y yo estamos tratando poner todo nuestro arte al servicio puro de la causa de la música como un lenguaje, la música como algo que es electrizante, como algo que nos recuerda de estar vivo, que fue un ingrediente importante de la vida hace siglos y seguirá siendo un ingrediente importante de la vida de los siglos venideros. Este CD no es música que se pueden poner en un estante de museo”.

Con semejante introducción… jejeje, ¿qué más se puede pedir?


(Concluye en la próxima entrega)

lunes, 19 de diciembre de 2011

GUERRERO: NIÑO DIOS D’AMOR HERIDO

Queridos amigos, mientras reúno tiempo para acabar el diseño de dos magníficos artículos de Ernesto, y de otros que esperan aparecer después, les ofrezco esta preciosa villanesca del gran Francisco Guerrero (* Sevilla, 4 de octubre de 1528 — † 8 de noviembre de 1599), uno de los nombres fundamentales de la polifonía española renacentista, junto a Victoria y Morales.

Nuestro autor demostró una fascinante habilidad para conjugar su (muy andaluz) sentido del ritmo con la fluidez melódica. El apartado “espiritual” (misas, motetes y otras obras de corte litúrgico) domina su producción, pero se dio maña para componer deliciosas canciones sacras y profanas, entre ellas la que hoy les comparto:

miércoles, 7 de diciembre de 2011

“Un Litro de Luz”


Con ingenio no hacen falta técnicas costosas ni grandes empresas que revenden servicios. En una humilde comunidad de Filipinas, la luz llegó a las casas de manera insospechada...


[poesía] LOPE DE VEGA


Cantarcillo de la Virgen


Pues andáis en las palmas,
ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.

Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto:
no le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.

El niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto.
Que se duerme mi niño,
tened los ramos.

Rigurosos yelos
le están cercando;
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que váis volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.






La poesía de Lope,
en voz de Pilar Lorengar

viernes, 2 de diciembre de 2011

El Tesoro mejor guardado de Rumania


Enescu

por Ernesto Nosthas Nosthas


Hace unos días vino a mi memoria un célebre vinilo de la histórica colección de mi abuelo, del cual fui muy honorable y gozosamente heredero: “RHAPSODIES” un LP de la gloriosa línea RCA Ortophonic Series. Esa es una interpretación fogosa y aún hoy con los modernos estándares digitales, la toma de sonido es increíblemente vívida.

De sobra se conocen los histrionismos y libertades que en algunos casos se tomaba Stokowski —quien dirige a la Sinfónica de RCA Victor en el disco— para interpretar o reinventar obras, muy a despecho de los puristas. Este registro sigue esa línea. Todos los cristales de la casa de mi abuelo timbraban con esa maravillosa música: el contenido, la orquestación de la Segunda Rapsodia Húngara de Liszt, obras de Smetana y una maravillosa lectura de la Primera Rapsodia Rumana de Enescu para terminar.

Recuerdo que en una ocasión, hechizado por las maravillosas melodías de la obra de Enescu, le pregunté a mi abuelo si tenía más música de este compositor, a lo que me respondió que eso era lo único que se conocía y grababa de él. Más tarde, revolviendo su colección más antigua, me mostró una grabación que atesoraba del propio compositor dirigiendo las dos Rapsodias Op. 11 en un estuche de discos Victrola de 78rpm, me parece que con la Filarmónica de Nueva York.

Ese recuerdo saltó a mi mente cuando hace aproximadamente un año encontré una ganga por unos centavos, había allí una re-edición del disco de “Stoki” incluso con la adición de material con música de Wagner, y, además, en la edición económica de NAXOS - MARCO POLO, por poco más una magnífica grabación de las dos Rapsodias Rumanas más una obra excepcionalmente bella: «Poema Rumano», oficialmente inscrita como el opus 1 (primera obra) de Enescu. Con esta maravilla conceptual que integra orquesta y coros debutó como compositor el 6 de febrero de 1898 con su estreno en los Conciertos Colonne de París.

Luego de embelesarme con estas composiciones, empezó mi interés por conocer más de su obra y ahora, luego de haber estudiado un poco más su repertorio, me animo a escribir y compartir con el auditorio de QUINOFF un poco más de este gran compositor rumano:

Cruz en la cima del Caraiman

Cruz de los Héroes en la cima del Caraiman, en los montes Bucegi
abajo, fragmento inicial del «Poema rumano»,
marcado como Opus 1 en el catálogo oficial de Enescu

George Enescu es hasta ahora la figura musical rumana más relevante de la historia. Nació en Liveni el 19 de agosto de 1881 y después de una importante carrera musical, murió en París, el 4 de mayo de 1955. Su palmarés incluye una notable carrera como compositor, aunque limitada en cantidad de obras (únicamente publicó 33 obras). Adicionalmente fue un sobresaliente violinista, quizás uno de los mejores de la primera mitad del siglo XX, pianista y un respetado director de orquesta. Todavía son muy bien recordadas sus versiones de las “Sonatas y Partitas para violín solo” BWV 1001-1006, grabadas entre 1948 y 1949, que hasta hace muy poco podían encontrarse en la edición de CLASSICA D'ORO, y del “Concierto para 2 violines” BWV 1043, junto con Menuhin y la Orquesta Sinfónica de París todos ellos dirigidos por Monteux, grabado en 1932 para EMI, y ahora ambas grabaciones disponibles también en NAXOS, con estupenda remasterización, todo ello de nuestra «Estrella Inmarcesible» J. B. Bach.

Fotografía de un recital de Enescu junto al pianista Alfred Cortot / 1930

Es igualmente remarcable su rol como educador y formador, entre sus alumnos destacan especialmente violinistas de la talla de Christian Ferras, Ivry Gitlis, Arthur Grumiaux, Ginette Neveu o Yehudi Menuhin. Éste último siempre lo definió como su padre espiritual: “Para mí, Enescu será siempre una de las verdaderas maravillas del mundo. Su carácter y su figura se han quedado en mi alma como un árbol o una montaña de Sinaia. Sus fuertes raíces y su alma noble provienen de su propio país, un país de una belleza única.” Enescu fue un talento musical precoz: aprendió a tocar el violín a los 4 años y un año después dio su primer recital y empezó su formación musical de la mano del profesor Eduard Caudella (discípulo de Vieuxtemps), para luego ingresar a la tierna edad de siete años al Conservatorio de Viena, teniendo como profesores a Joseph Hellmesberger (violín), Robert Fuchs y a Sigismond Bachrich entre muchos otros.

¿Pueden imaginar a un niño de doce años frecuentando como Juan por su casa la intensa vida musical de Viena a finales del siglo XIX, participando conciertos en los que interpretaba con soltura obras de Johannes Brahms, Pablo Sarasate, Henri Vieuxtemps, Felix Mendelssohn-Bartholdy? Esa fue la infancia y juventud de George Enescu. Después de su graduación en el Conservatorio de Viena con medalla de plata a los trece años, en 1894, sigue sus estudios en el Conservatorio de París (1895-99), teniendo como profesores a Armand Marsick, André Gedalge, Jules Massenet y Gabriel Fauré. Luego de esta formación, se consolidó como un joven talento musical, de la mano de amistades como Alfredo Casella, Pau Casals, Louis Fournier y Richard Strauss, por mencionar algunos. Luego de su Poema Rumano opus 1 vienen las dos Rapsodias Rumanas (1901-02), la Suite nº 1 para la orquesta (1903), su Primera Sinfonía (1905), Siete Canciones para los versos de Clément Marot (1908). Enescu perteneció a aquella saga de estupendos compositores centroeuropeos, que floreció durante la primera mitad del siglo XX, como Bartók, Janácek, Kodály, Martinu, Szymanowski… que se caracterizaron por saber extraer lo mejor de la música popular de sus respectivos países para revertirlo en sus propios pentagramas. Y en Enescu esto es particularmente destacable en sus obras orquestales, plagadas de fogonazos zíngaros de belleza arrebatadora.


En su tierra, se le deben los principales avances para establecer la educación musical y la apertura de esta pequeña nación al mundo musical, tómense en cuenta que Enescu dirigió la premiére rumana de la Novena de Beethoven (casi un siglo después de haber sido escrita) y de obras de Brahms, Berlioz, Debussy o Wagner, además de sus propias composiciones: su Segunda Sinfonía (1913), Suite para orquesta nº 2 (1915) y la ópera Edipo (1936), considerada su obra maestra. En el mismo año tiene lugar la primera edición del concurso de composición que lleva su nombre. No obstante lo anterior, su patria de adopción fue Francia, donde desarrolló lo más intenso de su carrera musical y creativa (los franceses adaptaron su apellido a Enesco). En su tiempo, fue tal su aclamación como violinista, que sus conciertos rivalizaban con los de Heifetz y Kreisler. Como director rivalizó con Toscanini por la dirección de la Filarmónica de Nueva York.

Tumba de Enescu en el Cementerio del Père-Lachaise, París el apellido del compositor aparece afrancesado

En este viaje musical, compartimos algunos de los tesoros que he mencionado previamente: el disco de Stoki y el CD de las Dos Rapsodias Rumanas más el Poema Rumano (Iosif Conta dirige a la Orquesta y Coros de la Radio Rumana). Pero antes quiero referirme a un verdadero descubrimiento musical que aceleró intensamente mi interés por la obra de Enescu: una edición del distinguido violinista letón Gidon Kremer, en el que se une a los jóvenes miembros del Ensamble Kremerata Baltica en una maravillosa interpretación de dos obras de cámara poco conocidas de Enescu: el Octeto para Cuerdas Op. 7 y el Quinteto para Piano y Cuerdas Op. 29 (editado en Mayo de 2002). Estas dos obras provienen de dos extremos en la vida de Enescu: el octeto es una obra de juventud, el quinteto fue escrito casi al final de su vida creativa. La primera es una obra llena de cromatismos, con una estructura muy formal, casi Brahmsiana. El quinteto tiene una forma más libre y espontánea, con mayor influencia de la música tradicional rumana. En este disco, el Quinteto recibe su primera grabación mundial. Ambas obras me han apasionado y enamorado, y para efectos de este viaje musical, será el punto de partida para nuestra aventura musical en el maravilloso e injustamente conocido mundo musical de George Enescu. Una breve nota a la insigne Kremerata Baltica: es un conjunto instrumental de cámara, fundado por Kremer en 1987 y que está compuesta exclusivamente por talentosos músicos jóvenes (edad promedio 27 años) de los Estados Bálticos y con el apoyo de los Ministerios de Cultura de Estonia, Letonia y Lituania, al punto que sirven como embajadores culturales de facto de la región. Kremerata Baltica ganó un premio Grammy en 2002 y fue nominado para otro en 2003, en registros para el sello Nonesuch (una etiqueta de Warner Bros), y Deutsche Grammophon.

» RHAPSODIES (Stokowski)

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» ORCHESTRAL WORKS (Iosif Conta)

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» ENESCU DE CÁMARA (Octeto · Quinteto)

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Casa de Enescu en Liveni

Casa memorial de Enescu en Liveni, Rumania

jueves, 24 de noviembre de 2011

† MONTSERRAT FIGUERAS

Montserrat Figueras

La madrugada de ayer miércoles 23 de noviembre se abrió un vacío que será muy difícil de llenar: en Bellaterra (Cerdanyola del Vallès, Barcelona) ha fallecido la destacada soprano catalana Montserrat Figueras, esposa y pareja artística del gran violagambista y director Jordi Savall.

Figueras era un referente del repertorio vocal en «música antigua». Desde 1966 había estudiado las técnicas de canto utilizadas desde los trovadores hasta el barroco, forjando un estilo interpretativo sólido, que bebía directamente de las fuentes originales, y que siguió madurando y perfeccionando la vida entera. Ella y su marido fueron elegidos en 2008 como «artistas por la paz» por la Unesco y fueron los creadores del sello discográfico Alia Vox, que se dedica a la edición de música antigua.

El cáncer nos ha arrebatado a una artista del todo excepcional, a la que sobreviven su marido e hijos, músicos talentosísimos a quienes debemos tantos registros inolvidables, y a quienes acompañamos con el corazón en esta hora dolorosa.

¡Descansa en paz, querida, incomparable Montserrat!

martes, 22 de noviembre de 2011

BEETHOVEN · Cuarta Sinfonía · Carlos Kleiber · 1982

Carlos Kleiber

En el día de la Patrona de la Música, Santa Cecilia, y por extensión «Día de la Música» en varios países, les traigo como obsequio una versión absolutamente memorable de la Cuarta Sinfonía, en Si bemol mayor Op. 60, de Ludwig van Beethoven. Se trata de un registro live del mítico Carlos Kleiber al frente de la Orquesta Estatal de Baviera el 3 de mayo de 1982.

Hay quien comparó esta versión con las maneras de Toscanini, por la primacía que otorga a la objetividad. Pero Kleiber hijo, perfeccionista durante los ensayos, siempre supo dejar espacio a la libertad de su inspiración. ¡Vaya un equilibrio difícil! Aquí respeta las insólitas indicaciones del metrónomo de Beethoven, en extremo vivaces sobre todo para el Finale, pero logrando que cada elemento suene bien articulado, integrado.

La ominosa introducción desemboca en gozosa alegría, el inspiradísimo segundo movimiento nos lleva a un remanso de contemplación, el chispeante minueto-scherzo logra una simbiosis de elegancia y desenfado, y el trepidante Finale nos sorprende con una agilidad sin límite. En fin, música con mayúscula. Disfruten esta maravillosa joya interpretativa del inolvidable Carlos Kleiber...

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martes, 15 de noviembre de 2011

prosa | ECKERMANN | Conversaciones con Goethe


J. P. EckermannJueves 17 de febrero de 1831.

Pregunté por la marcha del Fausto. “Ya no lo dejo de la mano —dijo Goethe—; sigo pensando e imaginando diariamente en él. Hoy he hecho encuadernar todo el manuscrito de la segunda parte, para tenerlo ante mis ojos como una masa sensible. Los huecos del cuarto acto los he llenado con papel blanco, y no hay duda de que lo acabado invita a terminar lo que no está aún hecho. Estas cosas sensibles tienen más importancia de lo que parece, y hay que auxiliar a lo espiritual con toda suerte de habilidades”.

Goethe hizo traer el nuevo Fausto encuadernado, y me asombré de cuánto había escrito; el manuscrito se veía como un tomo en folio.

“Todo lo ha hecho usted en los seis años que yo llevo aquí —dije—, y con las muchas cosas que han ocurrido desde entonces, poco tiempo habrá usted podido dedicarle. Pero se ve cómo crece una obra cuando se le va añadiendo algo de tiempo en tiempo”.

Goethe, por Ludwig Sebbers (1826)

El anciano Goethe, en un dibujo de Johann Ludwig Sebbers realizado en 1826


“De eso se convence uno sobre todo conforme se hace viejo —dijo Goethe—, mientras que la juventud cree que todo ha de hacerse en un día. Pero si la suerte me es propicia y sigo sintiéndome bien, espero que en los meses próximos de la primavera adelantaré mucho en el cuarto acto. Como usted sabe, el argumento de este acto estaba ya pensado desde hace mucho tiempo; pero en la ejecución ha aumentado tanto, que de lo pensado antes sólo puedo utilizar lo más general, y además debo aumentar este acto con nuevas invenciones para igualarlo a los otros”.

“En esta segunda parte aparece un mundo más rico —dije yo— que en la primera”.

“Tal me parece —respondió Goethe—. La primera parte es por completo subjetiva; es la obra de un individuo preocupado, lleno de pasión; esta semiobscuridad puede agradar también a las gentes. Pero en la segunda parte no hay apenas nada subjetivo; aparece en ella un mundo más alto, más amplio, más claro, menos apasionado, y quien no haya vivido algo y no posea alguna experiencia no sabrá qué hacer con él”.

“A veces —dije— hay ahí ejercicios mentales, y en ocasiones exige alguna erudición. Me alegro de haber leído el librito de Schelling sobre las cabirias; gracias a él sé a quién se refiere usted en aquel famoso pasaje de la Noche clásica de Walpurgis.

“Siempre he hallado —respondió Goethe riéndose— que es bueno saber algo”.
Johann Peter Eckermann

viernes, 11 de noviembre de 2011

MAHLER / 4ª Sinfonía / Bruno WALTER

Ahora el segundo disco de los «Archivos Bruno Walter» con la Cuarta Sinfonía de Gustav Mahler junto a la Filarmónica de Viena y la distinguida soprano Irmgard Seefried, cuya espontaneidad la destinó como «antítesis» involuntaria de la maravillosa (y analítica) Elisabeth Schwarzkopf.

La Cuarta de Mahler es una obra difícil de abordar por la amalgama de ternura, sarcasmo, desgarro y pacífica inocencia que logra conjurar en ella el compositor. Para Walter, esta sinfonía era un “cuento de hadas” que transformaba el poderío y turbulencia de las sinfonías precedentes en etérea ligereza. No obstante, tras la dulzura acecha la tragedia, como siempre ocurre en Mahler. El precioso movimiento lento, Ruhevoll, tiene cierta elevación metafísica, y el final es una ingenua visión del Cielo desde ojos infantiles, según texto tomado de la antología Des Knaben Wunderhorn.

Disfruten esta grabación live del 25 de Agosto de 1950, con Bruno Walter, la Wiener Philharmoniker e Ingmar Seefried...

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Mahler en Praga (1908)

Gustav Mahler paseando con amigos en Praga, 1908

miércoles, 9 de noviembre de 2011

BRUCKNER : Novena Sinfonía (‘Incompleta’) / Bruno WALTER


Les obsequio hoy el primero de dos discos con grabaciones “en vivo” de Bruno Walter, efectuadas con las Filarmónicas de Nueva York y de Viena durante los años 50 del siglo pasado. Este primer registro incluye un concierto del 27 de Diciembre de 1953 ofrecido junto a la formación norteamericana, denominada por esos días «Orquesta Sinfónica Filarmónica de Nueva York» tras fusionarse con su antigua rival, la Sinfónica de la ciudad. Bruno Walter gozaba entonces el merecido reconocimiento internacional a su jerarquía artística. Desde 1923 que venía colaborando con la Philharmonic Symphony Society, cuando todavía desarrollaba su carrera en Europa; y tras el alzamiento de los fascismos, el director emigró definitivamente al Nuevo Mundo.

Pese a trayectoria tan dilatada, y pese sobre todo a la estrecha amistad que cultivó en su juventud con Gustav Mahler, Walter tardó en penetrar al mundo de Anton Bruckner; según propia confesión, la particular arquitectura del creador de Ansfelden le parecía carente de sentido, desmedida, aun cuando apreciaba la fuerza y hondura de sus temas y la gracia cantarina que frecuenta su inspiración. Pero algo cambió súbitamente dentro de Walter y hacia 1928, a poco de cruzar la cincuentena, pisó ese vasto continente musical que había ignorado.

La Novena Sinfonía fue también la última obra compuesta por Bruckner, y quedó inconclusa tras su deceso el 11 de octubre de 1896. Los borradores del último movimiento nunca llegaron a un estado definitivo, y las mermadas fuerzas del anciano compositor fueron consumidas por las revisiones efectuadas a la Octava Sinfonía. Sin embargo, como alguien ha comentado, el Adagio que ocupa el tercer lugar en la Novena es tan sobrecogedor, que no vale la pena agregar nada más a su acorde final, ese que parece no terminar nunca. Sin duda, una de las grandes sinfonías de todos los tiempos y la obra maestra de su autor.

Les invito a disfrutar esta grabación live de 1953, con un Walter en plena forma...

aquí

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lunes, 7 de noviembre de 2011

Videos del Gato: Desconectar para conectar


Otra propuesta de Elgatosierra, esta vez un magnífico corto tailandés, abogando por ese mundo real que existe antes, durante y después de nuestra diaria vida “virtual”; y sin embargo, lo irreal nos consume demasiado tiempo. Desconectémonos... para conectarnos.


jueves, 3 de noviembre de 2011

MENDELSSOHN / SINFONÍAS nº 3 «Escocesa» y nº 4 «Italiana»

Mendelssohn

El genial Felix Mendelssohn trasladó al pautado las impresiones recogidas durante sus visitas a Escocia (1829) e Italia (1830-31)


En abril de 1829 el joven Felix Mendelssohn, con veinte años recién cumplidos, fue invitado por el diplomático Carl Klingemann (17981862) a visitar Inglaterra. Para entonces, Mendelssohn había completado sus estudios en la Universidad de Berlín y ya había protagonizado un hito en la Historia de la Música reestrenando “La Pasión según San Mateo”, de Bach, tras casi un siglo de olvido. Por su parte, Klingemann, que representaba al Reino de Hannover en Londres, era también poeta y músico, e íntimo amigo del compositor. Aquel regalo en gran estilo calzaba a la perfección con las inquietudes de este último, a lo cual se sumaba el aliento brindado por su tutor musical, Carl Friedrich Zelter, a conocer el mundo personalmente. Y hasta Abraham Mendelssohn accedía al proyecto de su hijo, quien finalmente cruzó el Mar del Norte desde Hamburgo en un viaje de 11 días. Conoció sobresaltado la activa capital británica —pronto rendida ante las virtudes artísticas y personales de Mendelssohn— y luego Edimburgo, Glasgow, Perth, Inverness y Loch Lomond. Los brumosos paisajes de Escocia, sus gentes y cierta aura legendaria que se cernía sobre ellas fueron alimento inmediato para la creatividad del músico, del literato y del fino acuarelista que habitaban a la vez en el muchacho de Hamburgo. Así describía él mismo, en carta a su familia, su visita al Palacio Holyrood, donde fuera coronada María Estuardo:
Ruinas de la capilla de Holyrood - Louis Daguerre

Ruinas de la Capilla de Holyrood / óleo de Louis Daguerre

Todo aquí parece tan duro y vigoroso, envuelto a medias en neblina o humo o bruma. Además, hubo una competición de gaitas. Muchos montañeses llegaron de la iglesia vestidos con sus trajes típicos, llevaban victoriosamente a sus enamoradas con sus trajes domingueros y miraban magníficos y con aire de importancia al mundo, desde arriba. Con largas barbas rojas, mantos de tartán, gorras y plumas, las rodillas desnudas y sus gaitas en la mano, pasaron tranquilamente de largo por el castillo en ruinas que se halla en la pradera, donde María Estuardo vivió con esplendor y vio el asesinato de Rizzio. Siento como si el tiempo corriera muy velozmente cuando tengo ante mí tanto de lo que fue y tanto de lo que es... Hoy, a la hora del crepúsculo, fuimos al palacio donde vivió y amó la reina María. La capilla junto a él actualmente ha perdido su techo, está cubierta de césped y de hiedra y, en el altar roto, María fue coronada reina de Escocia. Todo está en ruinas, deteriorado y abierto al cielo. Creo que he encontrado aquí hoy el comienzo de mi Sinfonía Escocesa.
María Estuardo, grabado de 1885
La reina María Estuardo

En ese sitio tomó nota de los sonidos que acudían a su mente, los 16 compases iniciales de la futura sinfonía. Pero entonces daría comienzo una larga gestación, como si aquellas ideas germinales necesitaran madurar al sosiego del tiempo y la reflexión. En efecto, iniciada en agosto de 1829, la obra sólo sería estrenada el 3 de marzo de 1842. Tan dilatado lapso de pulimento dio como fruto una sinfonía densa, rica y apasionada que además sorprende por la fluidez de su material, disimulando del todo el trabajo llevado a cabo por su autor.

Como de costumbre, Mendelssohn nos regala su exquisita y luminosa orquestación, esa que tanto admiró Sibelius, elogiando la oportunidad con que suena cada instrumento y la sabiduría para “dotar de pedales a la orquesta” colocando esas notas largas en el segundo plano, normalmente en la voz fundamental o en el intervalo de quinta, prolongando los acordes o reforzando la melodía principal. Vale la pena reparar en este mágico truco mendelssohniano, gracias al cual integra orgánicamente los sonidos de la orquesta en una “túnica inconsútil”, o si se quiere, en una delicada fusión de colores instrumentales que evoca su capacidad como acuarelista. También reparemos en esas hermosas frases largas, en su tremenda capacidad evocadora —la tempestad que aparece hacia el final del primer movimiento, el clarinete sustituyendo a las gaitas en el segundo, las fanfarrias guerreras del final, sobre todo la sugerencia de paisajes y atmósferas—, el sentido rítmico y la fluidez entre un movimiento y otro. De hecho, Mendelssohn personalmente abreviaba las pausas cuando dirigía conciertos, para así otorgar mayor cohesión al discurso sinfónico. Antes, el público aplaudía, comentaba, incluso fumaba entre cada parte...

Dibujo de Mendelssohn tomado del natural durante su visita a Escocia

Conviene recordar en este punto lo dicho por José Luis Comellas:
La Sinfonía Escocesa no sólo refleja los paisajes verdes y lluviosos del norte de la Gran Bretaña, sino una muy especial melancolía que sintió el artista al visitar las ruinas de la capilla de Holyrood. [...] El sentido de la «oportunidad» con que suena, en el momento adecuado, cada instrumento o cada grupo de instrumentos posiblemente no lo tuvo, aparte de Mozart, nadie más que Mendelssohn. Qué bien combina las maderas: la flauta, el oboe, el clarinete, el fagot. Sin ir más lejos, en esa introducción de la Sinfonía Escocesa en que se recuerda la capilla de Holyrood, la duplicación de las maderas en la segunda frase hace el tema más profundo hasta meterse en el alma del oyente. Y el empleo de las trompas es por lo menos tan acertado como lo fue en el Weber de Der Freischütz. Quizá uno de sus recursos más bellos sea el uso que hace de las cuerdas en su región más aguda, pero en pianissimo; lo que parece que va a ser chillón se convierte en sonido penetrante que suspende los ánimos.
Al cabo de un año de su visita a Inglaterra, Mendelssohn emprendió un nuevo viaje. Esta vez el destino fue la luminosa Italia, donde permaneció entre mayo de 1830 y julio de 1831. La correspondencia familiar y las acuarelas dan cuenta del impacto causado en el joven por el mundo latino. Aunque por entonces seguía corrigiendo sus borradores de la Sinfonía Escocesa, el nuevo entorno pudo más y le infundió ideas musicales muy ajenas a las brumas septentrionales. Florencia, acuarela de Mendelssohn

El Duomo de Florencia en una acuarela de Mendelssohn

Así nacería su sinfonía más célebre —no necesariamente la mejor— que llevaría como apodo “Italiana”. Otra vez el músico muestra su asombroso talento para reformular sus impresiones en términos puramente musicales: desde el mismísimo comienzo la obra contagia efervescencia y colorido. Subrayo al pasar que este motivo inicial, contundente, merece figurar entre esos “grandes comienzos sinfónicos” que se apoderan para siempre de nuestra memoria —la Quinta de Beethoven, la Cuarenta y uno de Mozart, la Tercera de Schumann...—. Comparen ambas obras: lo que en la “Escocesa” es bruma, lejanía y evanescencia, acá se vuelve nitidez y afirmación vital. Tomo prestadas algunas palabras de Juan Carlos Moreno:
La Italiana es fruto de un feliz equilibrio entre fértil imaginación melódica y ciencia musical, representada por el dominio de la forma y el contrapunto. En cuatro movimientos, el primero de ellos es un Allegro vivace que desde las primeras notas comunica una energía danzable a la que es imposible quedar indiferente. [...] El segundo movimiento es un Andante con moto, todo él construido sobe un tema que se repite de forma obstinada en la cuerda grave. El carácter aquí es el de una procesión religiosa, un espectáculo que sobrecogió al compositor durante su estancia en Roma por Semana Santa. [...] El tema principal es una libre adaptación de un lied de Zelter, Es war ein König in Thule, escrito sobre un poema de Goethe [...] Quizá con ello el músico quiso rendir un homenaje a un poeta que le había ayudado [...] y a su viejo maestro, que le había transmitido su pasión por la tradición, y en especial por Bach. Y es que, ¿acaso esa línea de bajo no tiene un aire barroco? [...] El Scherzo, sorprendentemente, es una página amable y contenida, algo indolente y de un refinamiento instrumental que tiene algo de mozartiano [...]. La amabilidad de esta bellísima página contrasta efectivamente con el vigor rítmico del Presto final, un impetuoso saltarello (o más bien una tarantella napolitana) en el que el discurso musical es llevado a un ritmo endiablado y vertiginoso.
La composición de esta sinfonía ocupó a Mendelssohn hasta 1833, año también del estreno en Londres, el 13 de mayo, bajo su dirección. Tarantella

El virtuosístico Saltarello que cierra la Sinfonía Italiana es en realidad una tarantella napolitana de proporciones sinfónicas

Les comparto hoy la Sinfonía nº 3 en La menor, «Escocesa» y la Sinfonía nº 4 en La mayor, «Italiana», de Felix Mendelssohn-Bartholdy, en dos interpretaciones que permiten un variado acercamiento. En primer lugar, Kurt Masur y la Orquesta Gewandhaus de Leipzig. Esta versión incorpora un fuerte vínculo con el compositor, quien fuera kapellmeister de esta famosa orquesta germana desde 1835 hasta su muerte, en 1847. Por otra parte, Masur propició el «redescubrimiento» de Mendelssohn al frente de esta agrupación, a partir de los años 70 del siglo pasado. Recordemos —avergonzados— que su música fue menospreciada paulatinamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la «música del porvenir» —el bando renovador al cual se había opuesto nuestro compositor— se elevó en prestigio junto con el ascenso imperial de la Alemania unificada. Las versiones de Masur ofrecen esa chispa y lucidez que caracterizan sus lecturas del repertorio romántico.

» D E S C A R G A

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En segundo término, Sir Roger Norrington y sus London Classical Players nos ofrecen lecturas históricamente informadas de ambas sinfonías. El rigor de este flemático director inglés lo lleva a cuidar con exactitud la proporción de la orquesta, distribuida según el uso del propio Mendelssohn, así como la elección de tempi ligeros. Es refrescante la limpieza de los timbres y la vivacidad del colorido instrumental. ¡Disfrútenlo!
» D E S C A R G A

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miércoles, 26 de octubre de 2011

[poesía] STORNI


Alfonsina StorniVoy a dormir



Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

Alfonsina Storni


Detalle del monumento a Alfonsina Storni en la playa de Buenos Aires



Este poema es el último escrito por la poetisa argentina antes de cometer suicidio. Lo despachó al diario «La Nación» como despedida.

Abajo, la famosa canción de Ariel Ramírez y Félix Luna, en versión (a mi gusto la mejor) de Mercedes Sosa:


jueves, 20 de octubre de 2011

FLAMENCO: las CANTIÑAS


Cante, toque y baile
en el flamenco todo es Arte



Otra estación mas en el viaje a través de los apuntes flamencos de Elgatosierra:

Nuestro bendito diccionario de la RAE nos dice a propósito de la CANTIÑA que es un término poco utilizado y que hace referencia a una “breve composición poética puesta en música, y especialmente la que usa el vulgo”.

Y no es que esté mal, pero en flamenco las CANTIÑAS son algo más. Es el nombre genérico con el que se denomina a un grupo de géneros del flamenco de la provincia de Cádiz, que incluye las alegrías, el mirabrás (qué palabra tan preciosa, me vuelve loco), las romeras, los caracoles y las CANTIÑAS propiamente dichas. Su carácter es eminentemente festero, espontáneo reflejo del sentir gaditano. ¡Casi na!

En Cádiz cantiñear es sinónimo de jugar, improvisar, fantasear, elementos todos inherentes al espíritu de las CANTIÑAS.

Representan el prototipo de cante festero del siglo XIX, papel que juega hoy la bulería, siendo en aquella época el género favorito de los cuerpos de baile en los cafés cantantes, considerados como verdaderos centros promotores de las CANTIÑAS. Bailaoras tan reconocidas como La Mejorana y La Macarrona consiguieron abundantes éxitos bailando los diferentes tipos de CANTIÑAS.

Antonio Machado y Álvarez, “Demófilo”, se refiere a ciertas alegrías y juguetillos que se realizan preferentemente en la costa gaditana, aludiendo posiblemente a las CANTIÑAS, y apunta que son más propias del andaluz que del gitano y que en los albores del flamenco, a mediados del siglo XIX, carecían de valor para muchos cantaores; es decir, que no formaba parte de lo jondo pero probablemente sí fueron considerados como flamenco. Vaya tontería, parece que Don Antonio no se acordaba entonces que lo jondo no va en el palo, sino en la intención y en su cabal interpretación. Vamos, que jondas pueden ser hasta unas sevillanas, como ya veremos.

En cuanto a sus antecedentes musicales, las CANTIÑAS se encuentran emparentadas con las coplas de jaleo que, durante el siglo XIX, tanta aceptación tuvieron por parte de los intérpretes.

Por otra parte, los elementos rítmicos y métricos que comparten las CANTIÑAS con los géneros derivados de la soleá obligan igualmente a relacionar estos géneros gaditanos con las antiguas coplas de jaleo. Las alegrías funcionan, dentro de las CANTIÑAS, como género regulador de los elementos rectores de la estructura musical que define los diferentes tipos.

Según los sesudos historiadores, las CANTIÑAS nacieron en Cádiz, en las primeras décadas del siglo XIX, a través de un proceso de cristalización de una serie de elementos que hasta la fecha se encontraban dispersos en otros géneros, por ejemplo, jota de Cádiz, antiguas alegrías o juguetillos, cantes de las Mirris, las alegrías denominadas La Rosa o La Contrabandista, romances, himnos, pregones bajo-andaluces o el fandango de Cádiz, entre otros géneros, cuya disolución cristalizó en los diferentes tipos de CANTIÑAS.

Las CANTIÑAS se realizan en el compás propio de las alegrías, es decir, una soleá ligera. Es característica común de todas las CANTIÑAS la tonalidad mayor que realiza la guitarra al acompañar al cante, mientras que las diferencias entre los diferentes estilos se dan en el diseño melódico de las numerosas tonadas que cada género utiliza como propias, en la mayor o menor ligereza de sus compás, y en los diferentes acordes (posición de la mano izquierda) con los que la guitarra acompaña cada tipo de cantiña tímbricamente caracterizados por la disposición de las voces de las cuerdas. Los tipos de copla son tan variados como rico es el material melódico y literario de estos géneros.

No me extenderé más sobre si la mano izquierda arriba o abajo, si en el acorde de mi mayor, de la mayor, de do…

enrique simone
  • Dejaré aquí como ejemplo precioso a Fosforito al cante con Juan Serrano a la Guitarra en “Toíta el agua del mar” por CANTIÑAS, un auténtico pellizco gaditano. ¡Lo más grande! En esta versión podemos escuchar con claridad el compás de la soleá que manda en todos los tipos de CANTIÑAS, y sobre todo escuchar la percusión rítmica de la guitarra y los nudillos sobre la mesa:

    Toíta el agua del mar
    Serrana que por ti muero otro te lo dirá, yo nunca te he dicho na que son el que más te quiero. De qué sirve la experiencia y de qué sirve el saber si luego toíto se olvía apena llega el querer.
    Que con el aire que lleva que cuando va caminando canta el farol que la ponga que tu lo vas a apagar.
    Ni con toa la agüita del mar ni con toa la agüita del río podrán apagar el fuego de un corazón encendío.
    Que con los titirimundi que yo te pago la entrá
    que si tu mare no quiere
    ay que dirán que dirán ay que tendrán que decir
    que yo te quiero y te adoro
    que yo me muero por ti.
Jaleo - Sargent
 
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