lunes, 30 de noviembre de 2009

OBRAS ORQUESTALES RUSAS

Bogatyr

“Caballero al galope”, de Víktor Vasnetsov


Cuando el mes finaliza, les propongo un viaje a un destino lejano… uno a donde los he llevado antes y siempre los volveré a llevar: Rusia. Allá, donde se encuentra esa fuerza ora bárbara ora apoteósica, tamizada por una inconfundible melancolía. Allá, donde palpita un cálido corazón oculto en la nieve, y que se abre como huevo de Fabergé en la deslumbrante selección musical que esta tarde les propongo.

Nuestros guías serán Eugene Ormandy y Leopold Stokowski (¡casi nada!). Aunque este último sólo dirige dos piezas de Rimsky junto a la National Philharmonic Orchestra, su presencia se extiende a través de la Philadelphia Orchestra, convertida por él en una de las formaciones más extraordinarias del siglo pasado (no exagero) y a la cual Ormandy dirigió de manera inolvidable.

¿No saben dónde encontrar la Danza del Sable, o la Danza de las Doncellas o de los Marineros Rusos, o se les perdió el Gallo de Oro, o quieren oír otra vez el Vuelo del Abejorro? Prepárense.

¡A disfrutar música «sísmica», AQUÍ!


jueves, 26 de noviembre de 2009

LA VOZ DE LA TIERRA. EL CUARTETO

El Cuarteto
“Repetir que EL CUARTETO es único, que es una agrupación pionera, que es la decana de los ensambles musicales, sería repetir lo que muchos han dicho y siguen diciendo. Pero habría que ir por más. EL CUARTETO es un ejercicio de equilibrio en el que la tradición musical venezolana ha encontrado su más depurada factura interpretativa, su mejor concepción armónica y sonora. Si de alguna manera suena la música venezolana, esa manera es la de EL CUARTETO. O mejor dicho: desearía que la música venezolana sonara siempre como suena en EL CUARTETO.”

Antonio López Ortega (Narrador – Ensayista – Director de la Fundación Bigott)

Las palabras citadas bastan para alertar al desprevenido sobre un grupo excepcional llamado con toda sencillez “El Cuarteto”. Es que algo tienen los cuartetos; en la historia de la música, sea clásica o popular, cuatro suman mucho más que cuatro. La prueba llega ahora desde el Caribe con este virtuoso conjunto venezolano, aparecido a fines de 1979 para volcar desde entonces su formación clásica al repertorio popular de su tierra. Gozan de una brillante y premiada trayectoria que además ha sido duradera: más de 30 años juntos. Cuando llegaron al cuarto de siglo, el 2004, publicaron una selección de sus arreglos y composiciones bajo el título “Un Cuarteto de Siglo”.

Es el disco que hoy compartiré con ustedes, AQUÍ. Ojalá queden tan deslumbrados como yo.

Dedicado a Martine y Carlos S-B con aprecio.


sábado, 21 de noviembre de 2009

John Dunstable

dunstable
DUNSTABLE, o el iniciador
del
Renacimiento en la Música


“Et ont prins de la contenance
Angloise et ensuy Dunstable
Pour quoy merveilleuse plaisance
Rend leur chant joyeux et notable.”

Martin Le Franc (c. 1440-1442)

John Dunstaple o Dunstable (c. 1390–1453) fue un compositor inglés de música polifónica de finales de la Baja Edad Media e inicios del Renacimiento. Además fue astrólogo, astrónomo y matemático.

Lo más probable es que naciera cerca de 1390, en la localidad de Dunstable, en el condado de Bedfordshire (Inglaterra). La mayor parte de los datos que tenemos de su vida son conjeturas, porque a ciencia cierta poco se sabe. Así por ejemplo, desconocemos cómo se inició en la música y cuáles fueron sus maestros.


Parece que era un hombre muy culto, aunque no ha quedado ninguna constancia que tuviera ninguna relación con las universidades de Oxford o Cambridge.

De lo que sí podemos estar seguros es que fue el compositor más activo de la primera mitad del siglo XV, y tuvo una gran influencia no sólo en Inglaterra sino también prácticamente en toda Europa, sobre todo en Francia (fundamentalmente en la Escuela Borgoñona [Guillaume Dufay, Gilles Binchois y Antoine Busnois]) e Italia.

Sirvió a Juan de Lancaster, Primer Duque de Bedford, cuarto hijo de Enrique IV y hermano de Enrique V, a la reina Juana de Navarra y al Duque de Gloucester.

Contrariamente a la mayoría de los compositores de su época es muy posible que no fuera clérigo, aunque durante muchos años, y así lo demuestran los textos de algunas composiciones, estuvo muy vinculado a la Catedral de Saint Albans, centro importante en el desarrollo musical del condado de Hertfordshire. Es probable que se haya casado y fuera el dueño de una mansión en el mismo Hertfordshire.

John Dunstaple falleció la víspera de Navidad de 1453, siendo enterrado en la iglesia de St Stephen Walbrook, en Londres, bajo el epitafio: “Conocedor del secreto de las estrellas”. La iglesia quedó destruida en el Gran Incendio de Londres en el año 1666, y restaurada en 1904; ahora la inscripción de su tumba reza así: “Príncipe de la música, matemático y astrónomo”.

Fue reconocido por el teórico flamenco Johannes Tinctoris como el padre de la llamada contenance angloise, estilo que se caracteriza por la suavidad del sonido y la dulzura armónica de “sextas” y “terceras” siempre presentes, gracias al contorno melódico desarrollado. Este tipo de sonoridad sería también utilizada por Guillaume Dufay y Gilles Binchois en la formación del estilo borgoñón.

convento inglés ruinas

La producción musical de la Inglaterra medieval fue prodigiosa, hay expertos que opinan que incluso superior al resto de Europa en su conjunto, pero, por desgracia, casi todos los manuscritos fueron destruidos durante la Reforma anglicana del siglo XVI. Así la mayor parte de los trabajos de nuestro compositor fueron recuperados en el norte de Italia y al sur de los Alpes.

Se le atribuyen unas cincuenta y dos obras aproximadamente, conservándose muchas de sus obras vocales, incluidas dos misas completas (Dunstaple fue uno de los primeros en componer misas usando una melodía simple como cantus firmus [melodía previa que sirve de base de una composición polifónica]), algunas series de diversos movimientos para misas, veintisiete arreglos sacros en latín, doce motetes completos y varios villancicos.

Dunstaple fue probablemente el compositor inglés más influyente de todos los tiempos, por encima incluso de Purcell o Britten. Sus obras completas no se publicaron hasta 1953, por la conmemoración del quinto centenario de su muerte, pero ya se han añadido algunas más, encontradas después, y se han quitado otras, falsamente atribuidas a él. Todo lo que hay a su alrededor sigue siendo un mal misterio y un buen campo para la investigación.

Y de este magnífico compositor, injustamente casi olvidado, os dejamos aquí un disco con nueve motetes, de una belleza inmarcesible, en la estupenda versión de Paul Hillier y su Hilliard Ensemble.

Salud, paz y muchas sonrisas por favor.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL ÚLTIMO VALS

vals
Yo sé que cuando me vaya de este mundo, haré de mi mente un gran salón para reunir en él todas mis añoranzas. La melodía ya gastada de un vals vienés recuperará su hechizo como si sonara por primera vez, y yo saludaré de nuevo las imágenes de quienes quise y por quienes fui querido. Volverán mis mascotas a pasearse junto a mí, vendrán mis amigos a reanudar las conversaciones truncadas, diré las palabras que nunca dije y oiré las que pretendí no haber oído.

Entonces algún balcón abierto dejará entrar el viento fresco de la eternidad, y lo posible se hará real mientras los relojes se detienen. Quizás descubra que la propia vida eterna construyó su nido en ese reino que todo hombre lleva dentro de sí, profundo como un bosque virgen, donde nosotros somos más auténticamente nosotros mismos. Y cuando mi gran salón de oro viejo se vista con una luz inesperada, primigenia, recordaré a Mahler y sonriendo, diré: “Urlicht!”

Erich Kleiber, el gran Erich Kleiber, dirige El Danubio Azul. Por favor, aprecien las maravillas que esta batuta olvidada era capaz de desgranar: el sfumato repentino del sonido y la velocidad en las trompas que ascienden (0:24) realzando la tensión del acorde de séptima, la entrega de unos cellos que parecen cantar (00:44 y ss.), la energía que se levanta (1:12) y se relaja en tres notas que bajan, bien calculadas, detenidas en un silencio fugaz (1:37), dando paso al enunciado perfecto del tema y su desarrollo (1:40) que cobra fuerza y gracia a medida que avanza a su resolución (2:11); el sentido del rubato que aparece siempre con elegancia (3:46 o 4:49) o el delicioso matiz del volumen de la trompeta en las tres notas que subrayan la melodía: primero a volumen normal (4:18), luego más fuerte (4:22) y luego repitiendo la primera nota... pero levemente más despacio (4:25). En fin, es una interpretación cuajada de detalles inspirados y una dirección precisa y magnética como pocas. ¡Qué grande fue este primer Kleiber!

sábado, 14 de noviembre de 2009

AMERICAN CLASSICS: MUSIC FOR CLARINET

cubierta

por Ernesto Nosthas y Elgatosierra


La música es un arte global y globalizante. Acá ya no valen aquellos conceptos de que el Concierto de Aranjuez sólo suena bien si es interpretado por una orquesta española y por un guitarrista latino… si no, pregúntenle a la maravillosa Orquesta de Cámara Orpheus (calidoscopio de nacionalidades con base en Nueva York, el celebre conjunto que actúa sui generis sin director) y su maravillosa lectura del Concierto de Aranjuez junto con el tedesco Göran Söllscher.

Durante las primeras décadas del siglo XX ese enfoque cerrado se aplico a la maravillosa musica que han creado maestros estadounidenses, hasta la DGG prefirió comisionar sus discos de estos autores a orquestas y directores nativos. ¿Charles Ives en la Concertgebouw? ¡Impensable!!!! ¿Aaron Copland con orquestas alemanas e inglesas…? jejeje. En vida Herbert von Karajan nunca tocó una obra estadounidense y Arturo Toscanini sólo confió desplegar su batuta con el Adagio y el Primer Ensayo para Orquesta del gran compositor neoyorquino Samuel Barber.

Con estos antecedentes, ¡vaya que costó! Pero llegó la globalización a la música también.

Por eso, este humilde dueto de escribientes os ofrece ahora una muestra de arte musical globalizante... acá tenéis a una clarinetista israelí, una orquesta inglesa y un director de orquesta alemán ofreciéndonos un maravilloso disco de música estadounidense con fuerte protagonismo del clarinete. Los más puristas dirán que este mix de nacionalidades no es procedente para una buena lectura (pamplinas dicen a coro los autores)… Otros dirán que esto no es música clásica sino jazz (jejeje…). A nosotros poco nos importa eso; de lo que estamos seguros es que nos gusta mucho y nos parece música de la mejor y excelentemente bien interpretada.

Sharon Kam ha grabado también los conciertos para clarinete más clásicos (Mozart, Weber, Bruch...), y la música de cámara para este instrumento más significativa (Schumann, Brahms, Ravel, Debussy, Fauré, Bloch, Milhaud, Poulenc, Rietz...), demostrando siempre que es una virtuosa con una personalidad musical fuerte, con resultados sobresalientes.

Aquí Kam nos demuestra que posee la extraña habilidad de adaptarse a las mil maravillas al mundo y los ritmos del jazz, obteniendo de su instrumento un timbre carnoso, redondo y variado, asombrándonos con su facilidad y seguridad. Para ella el virtuosismo es un medio y no un fin. ¡Bravo Sharon Kam, maravilloso! Atención a los perfectos feeling y swing conseguidos.

Hace una versión soberbia del maravilloso “Concierto” de Copland, a medio camino entre Goodman y Drucker, con una asertividad y metodismo sorprendente, particularmente en la deliciosa cadenza que une el primer y segundo movimiento (los cuales se ejecutan sin pausa). Y el “Concierto” que Artie Shaw compuso para sí mismo, una joyita estupenda, también recibe una cumplida versión, y nos parece estar escuchando al propio Artie con su orquesta y sus típicas y desgarradas inflexiones. Hemos de confesar que por momentos esperábamos que se arrancara a cantar la gran Billie Holiday. ¡Sólo hubiera faltado eso!

Los arreglos de las famosas canciones de Gershwin tienen una atmósfera y un sabor estupendo. “Summertime” tiene una melodía de esas que taladra el cráneo y se instala en el cerebro para no salir de allí jamás, y uno se sorprende todo el día silbándola o tarareándola recurrentemente. “I got Rythm” cierra la entrega con una melodía que arrastra al corazón, alma y cuerpo con unas cadencias deliciosas y que provocan imágenes felices y despreocupadas de un salón de época lleno de parejas bailando swing…

“Prelude, Fugue and Riffs” del gran Lenny Bernstein es lo más áspero y estridente del disco, y seguro que para algunos lo mejor. En el “Prelude” Sharon se une a la banda, en la “Fugue” y el “Riffs” (frase musical que se repite recurrentemente) no da una lección de interpretación increíble, con un finale de gran elocuencia ritmica.

Quizá el músico menos conocido de la serie sea Morton Gould, compositor, pianista, director de orquesta (sus versiones de las obras de Copland para RCA son antológicas) y arreglista, un auténtico monstruo, en el mejor sentido de la palabra, de la improvisación, y su obra aquí presentada, “Derivations for Clarinet and Band” nos parece más que pertinente, porque nos ayuda a cerrar este círculo de una manera maravillosa. La interpretación es agradable, dinámica, proteica, rica, en definitiva perfecta.

Gregor Bühl y la Sinfónica de Londres son un equipo orquestal notable, particularmente en el cuerpo de las cuerdas y los bronces, interactuando el plena forma con la solista… ¿Por qué será? Jejejeje Un cotilleo del corazón: la clarinetista y el director, Sharon y Gregor, son pareja. ¿¡A que son majetes!?, no es en balde la gran armonía en la interpretación… Esta pareja ya ha recibido varios premios internacionales, de los cuales destaca el German Echo Klassik Prize "Instrumentalista del Año" por el registro que ambos hicieron de los Conciertos de Weber.

Una nota breve a la joven Kam (Israel 1971), quien apenas rebasaba los treinta años de edad cuando hizo este notable registro. Esta joven se formó en su patria, para luego ser becada para estudiar en la prestigiosa escuela estadounidense Julliard. Hizo su debut a los 16 años con un viejo zorro descubriendo talento joven, Zubin Mehta y la Filarmónica de Israel y luego construyó su carrera participando de varios Premios Internacionales, de los cuales destaca su Primer Lugar en la Categoria de Clarinete en el prestigioso Festival Alemán de Música ARD en 1992.

Cuenta con varios registros en su haber, de entre los cuales destacan:

  • The Romantic Clarinet (Rietz: Klarinettenkonzert op. 29, Bruch: Konzert für Klarinette, Viola & Orchester op. 88, Weber: Klarinettenquintett op. 34 arr. für Streichorchester) 2007.
  • Mozart Gala From Prague / Clarinet Concerto (Don Giovanni: Overture, K.527, Concerto for Clarinet and Orchestra in A major, K.622, Symphony No.38 in D major, K.504 "Prague") 2006.
  • Works for Clarinet and Orchestra (Mendelssohn: Two Concert pieces for Clarinet, basset-horn and Orchestra, op. 113 and op.114, Spohr: Concerto Nr. 4 in e minor, Weber: Concertino op. 26, Rossini: Introduction, Theme and Variations) 2005.
  • Sharon Kam - Artist Portrait 2003.
  • Mozart and Krommer Concertos (Mozart- Clarinet Concerto, Krommer- Clarinet Concerto)

El regalito es de nuestro Honorable Ernesto Nosthas, y este ignorante e imprudente gato tiene que pedirle perdón, porque durante todo este tiempo no ha podido dejar de bailar los foxtrot, quickstep, swing y triple swings que salpican el disquito. Lo siento, ¡es que se me van los pies...!

¡Y AHORA AQUÍ, A DISFRUTAR!

Salud, paz y muchas sonrisas para todos por favor.

viernes, 13 de noviembre de 2009

De Vida, Muerte y Resurrección

La cita entre muerte y bienaventuranza que señala el fin de octubre y el comienzo de noviembre atrae, por “resonancia armónica”, una serie de imágenes y sugerencias. Me pareció adecuado que este mes el blog iniciara a tono con la época.

El ciclo de vida, muerte y renacimiento ha atrapado la imaginación de todos los hombres ya sea contemplando, los más sencillos, el paso de las estaciones o especulando, los más inquietos, sobre la región desconocida más allá de la evidencia material. Unos y otros caminan, quizá sin saberlo, en los linderos del absoluto.

macabro libro de horasEl Romanticismo europeo tomó algo de la mirada simbolista de los medievales —con su inmarchitable Dies Iræ o las Danzas Macabras del siglo XIV— cuando hizo de la muerte uno de sus temas recurrentes; pero, si las misas de réquiem compuestas entonces fueron memorables, muchas otras formas musicales plasmaron también esta curiosa “atracción fatal”.

Dos compositores que escribían música sin concesiones, de esa que se ama o se odia, se sintieron muy inspirados por esta temática: Mahler y Músorgsky. Sus enfoques incorporan rasgos modernos (desgarro, desolación, duda), precediendo en el terreno musical la expresividad y hondura conseguida por Bergman en aquella pieza magistral del cine que es El Séptimo Sello.

La Muerte juega ajedrez

Cantos y Danzas de la Muerte

MussorgskyPodríamos decir que Modest Músorgsky “se queda en octubre”, en Todos los Difuntos. Su asunto es la muerte propiamente tal, descrita con su áspera y tierna expresividad, basándose en poemas de su pariente, el Conde Arsenio Golenishtchev-Kutusov, a los que inicialmente proyectó como un ciclo de cinco canciones bajo el título Danza Macabra, y que a la postre acabaron siendo cuatro con el nombre unitario de Cantos y Danzas de la Muerte, obra maestra de la canción artística rusa. El compositor procura acomodarse a las inflexiones de la palabra hablada, calando en los poemas con enorme sensibilidad. Esta virtud plantea, sin embargo, una exigencia: conocer los poemas, leerlos si es posible a medida que seguimos la música. Las cuatro piezas, escritas para voz y piano, tentaron la mano orquestadora de otros músicos (las creaciones de Músorgsky tienen una insólita capacidad de “reencarnación”). Así fue como Rimsky-Korsakov, Glazunov o Shostakovich llevaron las canciones al ámbito orquestal, convirtiéndolas en algo parecido a los lieder sinfónicos centroeuropeos.

Precisamente así las conocerán hoy: orquestadas por Shostakovich, cantadas por el barítono Sergei Leiferkus junto a la Royal Philharmonic, dirigidos todos por Yuri Temirkanov. Va con tapas y traducción, AQUÍ.

Una Sinfonía de Vida Eterna

Mahler nos lleva al 1º de noviembre con la Sinfonía número 2, “Resurrección”, cuyo asunto es la muerte trascendida. La aguzada sensibilidad espiritual del gran músico judío lo empujó a usar el lenguaje musical como medio de abrir la realidad a esferas más altas (en el proceso estrangulaba anímicamente a su entorno, pero eso es un detalle...). La gestación de esta obra monumental conoció bastantes tropiezos, incluyendo la dura reprobación de Hans von Bülow en un episodio que recuerda la entrevista de Hans Rott con Brahms. Mahler sufrió un atasco creativo que sólo se resolvió en los funerales de Bülow no mucho después; mientras el coro fúnebre entonaba un poema de Gottlieb Klopstock titulado “Resurrección”, Mahler recibía una inspiración violenta que lo hizo ponerse a trabajar apenas volvió a casa. De la muerte, nueva vida: esta sinfonía.

carátula del disco

Comparto con ustedes una versión de lujo, difícil de encontrar: Oleg Caetani (hijo de Igor Markevitch) con la Filarmónica “Robert Schumann” de Chemnitz (Alemania):

MP3 (320 kbps, 48 kHz) [AQUÍ]

Van con tapas, libreto y texto en español de las partes cantadas.

Esta sinfonía goza de documentadas exégesis en la Red, por lo que no viene al caso intentar otra más aquí. Me limito a recomendarles tres fuentes interesantes:

 
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