jueves, 26 de noviembre de 2015

Nosotros, los Griegos y la Música

Todo tiempo pasado... no era tan diferente. Al menos en trazos esenciales donde incluso hoy nos seguimos reconociendo. Veamos, por ejemplo, el apartado favorito de este Blog: la Música. Nuestra cultura moderna se coordina en grandísima medida a través de la música, presente en cada aspecto de la existencia. Esto se multiplicó gracias a los medios de comunicación de masas. No todas las culturas que nos precedieron tuvieron la misma conexión musical... ¿o sí? Veamos qué ocurría con uno de los pueblos fundadores de nuestra civilización: los griegos de la Antigüedad. Cortesía del canal de YouTube “TED Ed” y sus excelentes videos (no olviden activar los subítulos):

martes, 24 de noviembre de 2015

EL MÚSICO DE LOS ELFOS :: “Sueño de una Noche de Verano”, opp. 21/61

Hermia y Lisandro / John Simmons, 1870 – acuarela y gouache
 

Cuando sólo contaba 17 años de edad, Felix MENDELSSOHN escribió la obertura “El Sueño de una Noche de Verano” luego de leer junto a su hermana Fanny una traducción de los dramas de Shakespeare. Era todavía un adolescente, pero en la obra acreditaba su mayoría de edad como artista. No sólo un superdotado equiparable a Mozart —que lo fue— sino un gran creador aportando algo nuevo a la música, como explica Harold Schonberg al conectar esta obra con la creación que la precede, el Octeto para cuerdas de 1825:
«El tercer movimiento del Octeto, el scherzo, Mendelssohn aportó algo nuevo a la música. Los autores que en otro momento se ocuparon de los temas musicales, invariablemente lo denominaban “la música encantada de Mendelssohn”; y en efecto, parece que en ello hubiese algo que es propio de los elfos. Este tipo de composición llegó a su culminación al año siguiente [1826], cuando Mendelssohn compuso la Obertura del Sueño de una noche de verano. Tenía diecisiete años, y nunca compuso una obra más perfecta. La música se ha conservado eternamente joven y constituye un perfecto ejemplo de contenido fusionado con la técnica.»

El dotadísimo adolescente, con el apoyo infalible de su también genial hermana, se hizo cargo de todas las etapas, desde la versión para dúo de pianos hasta la transcripción orquestal, en la cual sorprendió con una maestría innata —otra más de las tantas con que llegó a este mundo— para una virtuosa escritura sinfónica que guarda luminosidad y transparencia sin forzar nunca los límites de cada instrumento, uno de sus mejores rasgos expresivos de ahí en adelante. ¿Cómo germinó todo esto en aquella imaginación privilegiada? Dice José Luis Comellas:

«Fue producto de una temporada en el campo, vivida en compañía de un grupo de buenos amigos y amigas, cuya presencia hirió con leve pero primaveral atracción su alma de adolescente: jornadas de esas que se recuerdan toda la vida, y que inspiraron una música hermosamente única, compuesta con la madurez de un maestro y la jovialidad soñadora e ingenua de un muchacho; quizá a lo largo de toda su vida, Mendelssohn pudo aproximarse muchas veces a aquella música encantadora, pero diríase que nunca logró superarla.»
En eso coinciden muchos: el gran compositor adolescente no fue reemplazado por el compositor maduro, que refinó su arte pero ya no necesitó reinventarse. Incluso más, la laboriosidad sin pausas del compositor adulto perjudicó primero su inspiración y finalmente su salud. En cambio antes, bajo el sol de la adolescencia, las dotes geniales de Mendelssohn pudieron expandirse libremente, protegidas por el ambiente acomodado en que le tocó nacer.

El jardín de su propiedad se convirtió en sitio de escapadas frecuentes para echar a volar la imaginación. Gran parte de la obertura nació allí; los cuatro acordes iniciales, según dice el biógrafo Heinrich Eduard Jacob, fueron apuntados después de oír el crujido de las hojas con la brisa de la tarde.

Por otra parte, impresiona la capacidad del muchacho para captar la magia descrita en la obra de Shakespeare y darle el tono justo. Hizo suyos algunos consejos e ideas estéticas de su amigo por entonces, Adolf Bernhard Marx, para utilizar efectos instrumentales con fines descriptivos (los ágiles pies de las hadas o el rebuzno de un asno, por ejemplo). Marx también se permitió apuntar correcciones a la versión original de la obertura, algo que Mendelssohn resistió (abandonó la casa de Marx sin despedirse) pero a la postre aceptó.

El plan original de Mendelssohn concibió esta obertura como entidad unitaria, cerrada. Así entraba al campo de los innovadores, tal vez sin proponérselo; había escrito una obertura de concierto, como luego se las llamaría, y como género constituyen antecedentes directos del poema sinfónico fundado por Franz Liszt. (Las novedades del arte suelen ser sólo nuevos vástagos de una misma familia.)

¿En qué se diferencia? La obertura de concierto es una página independiente, funcional por sí sola, que alude a algún «tema» o cuenta una historia, pero su estructura musical obedece la forma sonata. En cambio el poema sinfónico a la manera de Liszt, aunque se inspira asimismo en algún tema exterior a la música, abandona la forma sonata y basa en aquel relato externo su propio desarrollo musical. Eso lo hace mucho más explícito pero a la vez más dependiente de elementos extramusicales. En Mendelssohn dicha dependencia es mucho más diluida: cierto que refiere a la obra de Shakespeare y a menudo con minucia, pero la mente del compositor se expresa a través de sugerencias y evocaciones que pronto se vuelven netamente abstractas; es decir, lo que comienza como “música sobre algo” acaba en “música pura”.

Pero esta obertura fantástica se guardaba todavía un hechizo. Años más tarde, cuando Mendelssohn era director de la corte en Prusia, el rey le comisionó nuevas secciones para acompañar la obra de Shakespeare en los escenarios. No obstante las muchas frustraciones y la carga laboral que soportaba el compositor en Berlín, esta petición le permitió un prodigio compositivo: anular el tiempo transcurrido y retomar el espíritu de la obra juvenil. ¿Cómo lo hizo? En parte tomando material desde su propia obertura, no con ánimo de reciclaje sino porque Mendelssohn era un músico lógico y quería mantener cohesión. Pero hay que agregar otro factor. Dice Comellas:

«La memoria de Mendelssohn parece haber sido un don fuera de lo corriente. El pianista Karl Hallé dijo de él que “conocía todos los compases de todas las obras de música escritas en el mundo, y podía reproducirlas inmediatamente”. Lo mismo podría decirse de sus propios pensamientos musicales. La obertura “El sueño de una noche de verano” fue escrita en uno de esos momentos de la vida que no se repiten. Sin embargo, cuando dieciséis años más tarde Federico Guillermo IV de Prusia rogó al compositor que continuase la obra, éste no tuvo el menor inconveniente en “regresar” a la juventud y retomar el espíritu encantado de aquellos días con tal fidelidad, que es inimaginable el lapso transcurrido. El sabor mágico de la noche en el bosque resucita como por ensalmo, o más bien como si Mendelssohn lo conservase íntegramente en su memoria. […]

«Junto con esa capacidad de reminiscencia, que actualiza mágicamente cualquier pasado con toda su carga vivencial, posee Mendelssohn un maravilloso poder de evocación. Si la Obertura contiene toda la sugerencia de un bosque encantado, el Scherzo chispeante es una visión de seres invisibles. En el Nocturno encuentra nuestro autor una nueva aplicación de las trompas: hasta entonces habían sugerido escenas de guerra o de caza; a Weber le sirvieron para expresar maravillosamente el misterio recóndito y poderoso del bosque; Mendelssohn nos hace sentir el encanto velado de la noche. Un efecto como ése es prácticamente único. Llega entonces la pieza más popular —no necesariamente la mejor— de toda la obra: la famosa Marcha Nupcial. Más que la fanfarria de trompetas que anuncia la llegada del cortejo de Titania y Oberón, fijémonos en los dos tríos, o pequeños intermedios de la marcha; son, especialmente el segundo, fragmentos de una inspiración sin igual, expresado con esas frases largas tan características de la poesía musical mendelssohniana.»

Danza de las Hadas (detalle) / August Malmström, 1866

Mucho tiempo después, al siglo siguiente, la plaga del nazismo se adueñaba de Alemania y encendía los fuegos fatuos de la supremacía racial. La máquina de propaganda inició una campaña agresiva para «expurgar» la cultura alemana de toda «contaminación»; nuestro compositor fue una víctima natural. Mientras el Banco de la familia Mendelssohn era llevado a la quiebra, la música del brillante Félix fue proscrita. Incluso más; aquí el relato de Jesús Laínz:

«En cuanto al “Sueño de una noche de verano” de Mendelssohn, como al compositor judío no se le pudo interpretar desde 1938 y ni en el contenido del texto shakesperiano ni en el título había nada que censurar, a alguno se le ocurrió cambiar la música, para lo que se sugirió a Hans Pfitzner, compositor cercano a los postulados estéticos y políticos nacional-socialistas, que escribiera una nueva música incidental para sustituir la celebérrima partitura mendelssohniana, a lo que se negó por considerar que la música de Mendelssohn sería siempre muy superior a cualquier cosa que él pudiese componer.»

Seguro fue uno de los mejores momentos de la biografía azarosa de Pfitzner. Pero menciono el episodio porque, aun cuando sus obras mayores seguían siendo interpretadas, la memoria de Mendelssohn cargó ese pesado menosprecio todavía unas cuantas décadas, hasta que en los años setenta del siglo pasado Kurt Masur, director de la Gewandhaus de Leipzig, inició una sistemática y exitosa labor de reivindicación.

carátulaLes propongo tres versiones para ilustrar Sueño de una Noche de Verano, música incidental que lleva el número de opus 21/61; la primera cifra indica la juvenil obertura y la otra, la colección de piezas añadidas 16 años más tarde. Éstas incluyen partes puramente instrumentales —Scherzo, Intermezzo, Nocturno, Marcha Nupcial— y números vocales o diálogos sobre fondo musical.

La primera versión es de 1962-63, comprende todos los números habituales de la música incidental y también los diálogos shakesperianos. Erich Leinsdorf dirige al Coro y Orquesta Sinfónica de Boston.

maagLa segunda versión es de 1957 y ha perdurado como un clásico: Peter Maag dirige “con sentido del hechizo” a la Sinfónica de Londres en las partes instrumentales y números vocales de la obra, combinando precisión, equilibrio, vigor y luminosidad.

La reputación de Maag nunca compitió en popularidad con muchos otros directores mejor recordados, pero su talento estaba a la altura de cualquiera de estos últimos. Es especialmente recordado por su capacidad como intérprete de Mozart; estos rasgos se avienen muy bien con el romanticismo equilibrado y clasicista de Mendelssohn.

La última versión, y definitivamente una de mis favoritas, es de André Previn con la misma orquesta anterior pero en un registro de 1977. Ellos nos ofrecen la música incidental completa, es decir los números vocales e instrumentales y también las partes breves que sostienen diálogos, pero omitiendo aquí la voz humana; así se disfruta mejor la preciosa escritura instrumental, que en muchos casos recoge material temático de la obertura para mantener la cohesión. En esto, y sin proponérselo, la fina intuición de nuestro músico anticipa ideas futuras, como la reiteración de temas a lo largo de una obra (ideé-fixe o leit-motiv) o convertir la obertura en un compendio temático de la obra. En esto, Wagner no pudo estar más de acuerdo con los logros del gran Félix...

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lunes, 23 de noviembre de 2015

Montserrat Figueras: un recuerdo en su aniversario


Al cumplirse ya cuatro años desde que perdimos a Montserrat Figueras, le rindo un pequeño tributo recordándola en aquello que la hizo inolvidable: su luminosa voz de soprano, educada en técnicas de música antigua pero sin perder nada de vitalidad y elocuencia. ¡Larga vida a su memoria!

viernes, 13 de noviembre de 2015

#PrayForFrance

Hace pocas horas el azote de la violencia terrorista ha golpeado a París. Tiroteos y explosiones —reivindicados hace poco por el Estado Islámico— desataron una sangrienta conmoción en la capital gala. Caos e incertidumbre en medio de la noche; la “Ciudad Luz” eclipasada por el dolor y la impotencia. Más de 100 muertos fue la cifra preliminar, que por desgracia habrá de crecer aún durante la jornada de hoy, mientras se despeja la humareda del odio. El presidente francés definió los ataques coordinados como declaración de guerra.

A mis queridos amigos de Francia, sus familias y sus muertos se dirigen ahora mis pensamientos, plegarias y afecto; en especial, a mi amigo Robin, que espero se encuentre a salvo de cualquier daño.

Seguimos con atención el desarrollo de los acontecimientos.

“Fantasia” de Disney :: a 75 años de un clásico

El filme más artístico y visionario de Walt Disney, “Fantasía”, fue estrenado un día como hoy, 13 de noviembre, en 1940. El bajo resultado de la taquilla acarreó problemas financieros graves para la empresa, fue malcomprendida e incluso vista como un error del dibujante... pero el tiempo corrió a favor de Disney. “Fantasía” se convirtió en un clásico de culto; el Instituto de Cinematografía de los EE.UU. la incluyó entre las 100 mejores películas creadas en ese país, y en 1990 el Registro Nacional Cinematográfico la añadió a su archivo de trabajos “cultural, histórica o estéticamente significativos”, que serán preservados para las futuras generaciones.

StokiDisney tuvo un genial cómplice en esta aventura de exploración: Leopold Stokowski, el director de oído mágico que construyó el “sonido Philadelphia” y para entonces cómodamente establecido en el circuito musical estadounidense. Músico y dibujante definieron las historias más tentadoras para vincular imagen y sonido, hasta que finalmente se concentraron en siete segmentos: la “Tocata y Fuga en Re menor” de Bach, la suite “Cascanueces” de Chaikovsky, “La Consagración de la Primavera” de Stravinski, la Sexta sinfonía —Pastoral— de Beethoven, la “Danza de las horas” de Amilcare Ponchielli, “Una Noche en el Monte Calvo” de Mussorgsky, el “Ave María” de Schubert y “El aprendiz de Brujo” de Paul Dukas. Siete momentos hilvanados sólo a través de la música, pivote absoluto de la magistral película.

Disney no sólo fue pionero en proponer una película animada de música clásica; también planteó crear algunas partes en tercera dimensión o cautivar otros sentidos de los espectadores mediante, por ejemplo, la aspersión de perfumes en las salas. Aunque estas ideas acabaron descartadas, sí se desarrolló una que fue trascendente: el Fantasound, primer antecedente de lo que hoy es el sonido envolvente, y que convirtió a “Fantasía” en la primera película comercial con sonido multicanal.

Para celebrar este aniversario, comparto a continuación un fragmento descartado: el “Claro de Luna” de Debussy, en arreglo orquestal de Stokowski y la animación que tal vez no todos conozcan... Luego de 75 años, ya es hora de deleitarse:

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un intermezzo con Misha Mullov-Abbado

¿Han escuchado la música de Misha Mullov-Abbado? Es uno de esos músicos obligados a liberarse de la etiqueta “hijo de”; en este caso, del gran director italiano Claudio Abbado y la virtuosa violinista rusa Viktoria Mullova. A diferencia de sus padres, famosos intérpretes clásicos, Misha ha optado por el jazz. Es un contrabajista-compositor establecido en Londres y premiado por su talento (2014 Kenny Wheeler Jazz Prize). En Septiembre pasado lanzó su disco debut junto a su Quinteto. Aquí, de muestra un botón: “Canción circular”. ¡Disfrútenla!

lunes, 9 de noviembre de 2015

El laudista melancólico y el saxofón

Ángel Memorial

A propósito del Saxofón, que mencioné antes en el onomástico de su inventor, les comparto un registro donde queda demostrada la tremenda versatilidad del instrumento. Un disco la verdad bastante insólito en su propuesta y sin embargo, muy satisfactorio.

El tenor John Potter, miembro fundador del ya disuelto grupo vocal “The Hilliard Ensemble”, lanzó en 1999 el álbum “In Darkness Let My Dwell”, título de una de las canciones más famosas del inglés John Dowland (1563-1626). El disco recorre obras de este influyente compositor del período isabelino, el cual impregnó a toda su producción la melancolía más acerba; tanto, que aún se debate entre especialistas si sufría alguna clase de trastorno depresivo o si era nada más que una pose artística — la melancolía estaba de moda por entonces; los románticos no inventaron nada...

John Potter
Potter, en el libreto, declara su intención de recuperar las canciones de Dowland para el contexto moderno. Nuestra época, opina él, se sentirá en sintonía con el clima doloroso que destilan las bellas obras del laudista isabelino:
"En estas grabaciones hemos querido traer la música de Dowland hasta nosotros, relacionarnos no con un Dowland abstracto que deba ser exhumado o reconstruido, sino con un colega que concibió la música de un modo muy similar al nuestro, y que seguramente pudo oír su música interpretada de muy distintas maneras, según el estilo contemporáneo de su tiempo... Los músicos de la siguiente generación tomaron sus partituras, desnudaron sus elementos esenciales y ‘renegociaron’ la música con el ya desaparecido compositor. Lo mismo que nosotros hacemos ahora.”

Precisamente esta última idea justifica la inesperada sociedad instrumental ofrecida: el saxofón soprano, el clarinete bajo, el violín barroco o el contrabajo, juntos o por separado, acompañan la experta lectura de Potter expandiendo su ámbito expresivo a la manera del jazz-fusión. Alquimia musical.

Amigos, amigas, ¡no dejen de aceptar este desafío!

» D E S C A R G A

MP3 CBR 320 kbps | 14 pistas | .rar 169,5 mb | Yandex

Recomendación: Este diálogo entre el siglo XVI y el XX también fue practicado por “The Hilliard Ensamble” junto al saxofonista Jan Garbarek en tres álbumes: Officium (1994), Mnemosyne (1999) y Officium Novum (2010). Si disfrutas la experimentación, prueba con alguno. Todos ellos están disponibles en Amazon o tiendas similares.

viernes, 6 de noviembre de 2015

El Día de SAX

Google rindió homenaje a Adolphe Sax (1814-1894), el luthier belga que inventó el Saxofón en 1840, con 26 años. Sin quererlo —de hecho sin saberlo— patentó la futura voz del jazz.

SAX nació en un hogar vinculado al arte de la fabricación instrumental. Su padre tenía un taller para instrumentos de viento, lugar donde el pequeño Sax comenzó a trabajar como aprendiz. Se familiarizó con las virtudes y defectos de flautas, clarinetes, oboes, fagotes... Lidiando contra ciertas limitaciones del clarinete fue como Sax acabó por concebir y fabricar su propio instrumento, en el cual conserva la boquilla con lengüeta típica del clarinete o del oboe, además del sistema de llaves, pero elige un cuerpo metálico y le da el diseño característico en forma de pipa. Tenía claro lo que perseguía con su invento: uno que «por el carácter de su voz pueda aproximarse a los instrumentos de cuerda, pero que tenga más fuerza e intensidad». Había nacido el saxofón.

Sax fue el primer intérprete de su criatura —el primer saxofonista del mundo…— y así comenzó a captar la atención de grandes músicos. Héctor Berlioz fue el primero en escribir una obra conocida para saxofón, el sexteto Canto Sagrado, en 1844. Elogió al nuevo miembro de la familia de los vientos: «Es de tal naturaleza que que no conozco ningún instrumento actualmente en uso que pueda comparársele, a ese respecto. Es pleno, blando, vibrante, de enorme fuerza y susceptible de endulzar». Con el tiempo otros grandes autores pedirán al saxofón como integrante de la orquesta (Ravel en su Bolero, Rajmáninov en sus Danzas Sinfónicas) o le asignarán un rol principal (Debussy en su Rapsodia para orquesta y saxofón, Glazunov en su Concierto para saxofón de 1935).


Segmento solista confiado al Saxofón por Sergéi Rajmáninov en la primera de sus Danzas Sinfónicas / Con esta elección el creador ruso ratificó su excepcional oído para el sonido orquestal y de paso firmó una de sus melodías inolvidables. Años después, para el estreno de las Danzas en la URSS, el gobierno soviético vetó al saxofón (!) por considerarlo emisario cultural de EE.UU. (!!) y la melodía fue reasignada a dúo de clarinetes y fagotes.

El saxofón fue haciéndose un espacio en el repertorio sinfónico pero sobre todo en las bandas y orfeones, para las cuales había sido pensado. Era un invento exitoso y Sax pudo sentirse satisfecho. Lo que no llegó a saber es que a contar de la década de 1920 el saxofón sería adoptado por el jazz y su popularidad se dispararía en todo Occidente, llegando a ser uno de los instrumentos musicales más populares del siglo XX junto con la guitarra eléctrica. Sus facilidades mecánicas y la belleza de su sonido, que Sax supo mantener homogéneo a lo largo de su extensión, cautivaron a músicos tan imprescindibles como Charlie Parker o Lester Young, y confirió el sonido característico a las Big Band estadounidenses.

A 201 años de su nacimiento, Adolphe Sax disfruta una aplaudida inmortalidad.

Y es que no sólo Lennon o Glenn Gould tienen su estatua sentada... / Estatua de Sax a la entrada de su museo en Dinant, la ciudad que le vio nacer

jueves, 5 de noviembre de 2015

Felix MENDELSSOHN (2)

Mendelssohn Sueño de una Noche de Verano
Todavía como homenaje a MENDELSSOHN —aunque breve— les comparto en el reproductor bajo estas líneas la inigualable Obertura para el «Sueño de una Noche de Verano» de Shakespeare, op. 21. en versión del grandísimo Otto Klemperer dirigiendo a la orquesta Philharmonia.

Tengo pensado traer a la página la Música Incidental completa escrita por Mendelssohn en dos etapas de su vida; pero no obstante, la obertura es tan extraordinaria que permite diferentes acercamientos sin sufrir desgaste. Fue compuesta en plena adolescencia (un apelativo que no me convence para describir a aquel muchacho de 17 años en la primavera de su genio), luego de acabar la lectura de la obra homónima de Shakespeare. Sólo puedo maravillarme ante todo lo que supo conseguir Mendelssohn en esta pieza: desde los evocadores acordes que sirven de pórtico a las melodías ágiles de la cuerda, que representan los diminutos pasos de las hadas, pasando por la habilidad armónica en las transiciones de los “episodios” que se suceden en perfecta fluidez, o el amplio vuelo de las melodías, rasgo que marcará toda la obra de este músico. En fin, el sutil mundo feérico plasmado sin esfuerzo aparente. Con esta obertura de concierto —especie de poema sinfónico antes que Liszt les diera ese nombre— Mendelssohn presenta sus credenciales como uno de los supremos pintores musicales.

Klemperer, a su vez, aporta su capacidad para la cohesión arquitectónica, sus trazos firmes y el sabor ácido y a la vez tan variado que extrae de la paleta instrumental. ¡Disfruten esta versión!

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Felix MENDELSSOHN

Hoy se cumple otro aniversario más (168 años) de la muerte de quien fuera uno de los músicos más celebrados de Europa en la primera mitad del siglo XIX, para luego devenir uno de los más vilipendiados por el «nacionalismo germánico» al finalizar aquella misma centuria: FELIX MENDELSSOHN, fallecido tempranamente un 4 de noviembre de 1847, con 38 años de edad.

Fue hijo de prósperos banqueros judíos de Hamburgo y disfrutó una vida desahogada y éxito artístico internacional, algo que incitó la envidia de muchos colegas (Wagner a la cabeza), que alegaron falacias raciales para rebajar el prestigio de su obra y arrinconarla en el olvido. Todos ellos omitieron (y por supuesto no igualaron) su conocida generosidad y especialmente la grandeza de sus dotes musicales, comparables a las de Mozart en precocidad y brillo. Mendelssohn fue un genio musical nato, dibujante y acuarelista notable, con madera de escritor (sus cartas lo delatan) y gran director de orquesta. En esta última faceta tuvo el mérito de revivir a Johann Sebastian Bach ante el gran público, al representar su »Pasión según San Mateo« en 1829, en Berlín. Nada menos.

Como recuerdo de este enorme creador copio el enlace a la obertura de una obra poco conocida, »Die Heimkehr aus der Fremde«, escrita aquel mismo año de 1829:

 
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